Diálogos improbables: un camino hacia la paz y el fortalecimiento del tejido social.

Artículo de Opinión escrito por Francisco López Díaz / Director General de Coparmex / Vía: @Excelsior

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En un continente marcado por la violencia y la inseguridad, la experiencia de un distrito llamado Buenaventura, en Colombia, emerge como un faro de esperanza. Este puerto, históricamente asediado por el narcotráfico y la delincuencia, ha demostrado que el diálogo y la participación comunitaria representan herramientas poderosas para la pacificación y la reducción de la criminalidad. Buenaventura, siendo uno de los principales puertos marítimos de Colombia, también ha sido escenario de conflictos profundos, donde la violencia de pandillas y grupos armados ilegales ha dejado una huella imborrable en su población. Sin embargo, en el año 2016 se logró instaurar un proceso de diálogos que involucraría a diversos actores sociales, gubernamentales y de la sociedad civil en la búsqueda de soluciones a los problemas de inseguridad. Este enfoque inclusivo permitió que las voces de la comunidad fueran escuchadas y que la población se sintiera parte activa en la construcción de un futuro más seguro y confiable.

Los encuentros comunitarios se convirtieron en espacios seguros donde los ciudadanos podían expresar sus inquietudes y proponer ideas sin temor a represalias. La creación de comités de paz y la participación activa de los jóvenes fueron fundamentales para empoderar a la comunidad y generar un clima de confianza. Este proceso no sólo promovió la cohesión social, también sentó las bases para una colaboración y comunicación más efectiva entre la población y las autoridades.

Desde entonces, los resultados han sido contundentes. Según informes del gobierno y organizaciones de derechos humanos, la tasa de homicidios en Buenaventura ha experimentado una drástica disminución: en 2016 fue de 82.3 por cada 100,000 habitantes y para 2021 se redujo a 32.5. Esta disminución se ha acompañado de una baja en otros delitos, como el desplazamiento forzado y la extorsión. El fortalecimiento de la capacidad organizativa de la comunidad ha permitido un incremento en la denuncia de delitos y una mayor participación en actividades comunitarias, mejorando así la confianza entre la población y las autoridades.

Esta experiencia ofrece lecciones valiosas que pueden ser implementadas en otros contextos, como el de México, donde la inseguridad se ha convertido en una de las principales preocupaciones en todo el país. Para abordar este tema es fundamental construir y fomentar diálogos comunitarios, involucrando a líderes sociales, organizaciones no gubernamentales y autoridades locales y federales, con escenarios para expresar sus inquietudes y generar soluciones más efectivas y adaptadas a la realidad de cada comunidad.

Además, empoderar a la juventud es primordial. Es necesario invertir en programas que involucren a los jóvenes en actividades comunitarias y en la construcción de la paz como un factor determinante para reducir la violencia. Los jóvenes deben ser considerados como agentes de cambio y no como potenciales delincuentes.

La creación de comités de paz en comunidades vulnerables puede facilitar la comunicación entre los ciudadanos y las fuerzas de seguridad, actuando como mediadores y promotores de la resolución pacífica de conflictos. Asimismo, es crucial trabajar en la construcción de confianza entre la comunidad y las autoridades mediante la capacitación de la policía en derechos humanos y técnicas de resolución de conflictos.

Implementar un sistema de monitoreo y evaluación que permita medir el impacto de las iniciativas de diálogo es esencial para ajustar las estrategias y garantizar su éxito a largo plazo. La paz, en este sentido, no es sólo un objetivo, sino un proceso continuo que requiere el compromiso de todos los sectores de la sociedad.

En conclusión, la experiencia de Buenaventura demuestra que los diálogos improbables pueden ser un camino efectivo hacia la pacificación y la reducción de la delincuencia. Adoptar estrategias similares en México podría representar un paso significativo hacia la construcción de comunidades más seguras y cohesivas. La transformación social es posible y el poder del diálogo es la clave para desbloquear el potencial de las comunidades en su búsqueda de paz y seguridad.