Hace unos días, con motivo de la reelección de Luis Pineda como presidente del Centro Empresarial Cuauhtémoc, visité con el presidente nacional de Coparmex, José Medina Mora, el director general de la Confederación, Francisco López y varios vicepresidentes y presidentes de comisiones, así como parte del Staff, el estado de Chihuahua.
La llamada “frontera mas bonita del país”, cumple con el slogan que muchos le han asignado, porque la belleza de su tierra y cultura es majestuosa y su dinamismo económico es impresionante y, para Coparmex, es nuestra región de mayor presencia, pues la Federación Chihuahua que preside Jesús Andrade Sánchez Mejorada reúne a los centros empresariales de Chihuahua, Ciudad Delicias, Ciudad Juárez, Hidalgo del Parral y Nuevo Casas Grandes. Es nuestra federación más grande.
Pero Chihuahua, al igual que el resto de nuestro país, tiene zonas de alta vulnerabilidad, donde hay igualdad de talentos pero no hay igualdad de oportunidades; por ello, visitamos también un sitio en el que se realiza una labor social, educativa, de seguridad y salud impresionante: la Diócesis de Tarahumara.
Llegamos ahí el día en que justamente se cumplían 100 días del martirio de los padres Jesuitas que junto a un guía de turistas, que buscaba refugio en la parroquia, fueron asesinados al interior del templo en la comunidad de Cerocahui, en el municipio de Urique, en Chihuahua.
Nos recibieron Héctor Fernando Martínez y Monseñor Juan Manuel González Sandoval, vicario y obispo de la Diócesis de Tarahumara, respectivamente; pero también nos recibieron niños y jóvenes rarámuris, cuyas familias han sido desplazadas por la violencia y que hoy viven, se resguardan, se alimentan y se forman en el internado Sisoguichi, una misión Jesuita que se estableció en la sierra desde el año 1900 y que hoy en día da frutos y es ejemplo de verdadera responsabilidad social.
La labor que religiosos y religiosas realizan para proteger la vida de la violencia creciente y facilitar oportunidades a la niñez y juventud rarámuri es brillante, como el sol de medio día, pero el dolor que ahí se vive por la separación de las familias, por abandonar la tierra y perder la libertad, es profundo, como la parte más baja de las Barrancas del Cobre, que han hecho famosa la belleza de Chihuahua.
Y ese contraste es el que nos llevó ahí, porque en Coparmex queremos un país con igualdad de oportunidades para todos, con familias unidas que puedan salir de la pobreza y vivir en paz, en libertad, en su tierra, donde está su corazón, su historia y donde debe existir un mejor futuro para ellas.
Estamos seguros que la buena empresa es el vehículo para transformar las realidades que vivimos y por eso volveremos a Chihuahua, a Creel, con nuestro Seminario Nacional de Formación y Liderazgo para trabajar unidos y contribuir a la construcción de un mejor país desde el Modelo de Desarrollo Inclusivo, que en noviembre próximo, en el Encuentro por México, presentaremos como la hoja de ruta que puede impulsar a toda Lationamérica.
Esa es nuestra agenda: construir, desde las empresas un mejor México para todas y todos, y con el MDI, lo vamos a lograr. #OpiniónCoparmex
