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¿Resignarse a la mediocridad? Urgen líderes.

Artículo de Opinión escrito por Ricardo Robles Sánchez, Presidente del Comité de Estrategia Pública y Propuesta Política de Coparmex | Vía: @Forbes_Mexico.

X:@ricardorobless

Nuestra clase política es el reflejo de esta decadencia: obsesionada con el poder y anclada en la simulación.

México se hunde aceleradamente. Y no solo por la violencia que nos arrebata vidas cada día, ni por una economía estancada que condena a millones a la pobreza. Esas son crisis graves, sin duda. Pero hay una más profunda, más corrosiva y devastadora: la crisis de la mediocridad resignada.

Una crisis imposible de medir en cifras, pero que se refleja en cada acto de indiferencia. Una epidemia silenciosa que nos anestesia ante la injusticia, la impunidad y el fracaso. Lo inaceptable se vuelve cotidiano: la corrupción se normaliza, la violencia se banaliza y la pobreza deja de indignar. Esa resignación es el verdadero cáncer que nos carcome.

Nuestra clase política es el reflejo de esta decadencia: obsesionada con el poder y anclada en la simulación. El modelo de “la dictadura perfecta” mutó en una “democracia funcional” con apariencia de pluralismo, pero que en realidad concentra poder y desmantela contrapesos (lo cual es antidemocrático). Por su parte, una oposición débil y desdibujada, más angustiada por sobrevivir que por ofrecer visiones que unifiquen al país.

¿Quién pierde con todo esto? Siempre los mismos: los que menos tienen, los que no tienen voz. Pero el problema no está solo en el gobierno; está en cada ciudadano que se ha rendido. La mediocridad no solo impera en el Palacio; vive en la sociedad que dejó de creer en su capacidad para transformar la realidad.

El Monitor de Seguridad de #DataCoparmex revela datos alarmantes. Para muestra el tema de la extorsión: las cifras son las más altas en la década reciente: 5 mil 887 víctimas en el primer semestre de 2025. Con 96.7% de impunidad, este delito paraliza inversiones, amenaza la continuidad de miles de negocios y asfixia el empleo formal; pero los legisladores siguen sin aprobar una Ley General contra la Extorsión que incluya sanciones ejemplares, unidades especializadas y canales de denuncia confidenciales. 

Por su parte, nuestra economía está bastante deteriorada y se pondrá peor. México se hunde en un estancamiento que condena a millones a la pobreza, alimentando la desconfianza y la resignación. Tras una caída de (–)0.7% en el último trimestre de 2024, el PIB creció solo 0.2% en el primer trimestre de 2025. Las cifras y los porcentajes pueden sonar fríos, pero significan: proyectos detenidos, empresas que postergan o frenan decisiones, familias que ven vulnerado su bienestar, y, peor aún, compatriotas condenados a la pobreza. 

Vivimos un ataque sistemático que tiene como objetivo desmantelar instituciones y la elección judicial es el más grave y triste ejemplo reciente. Luego de la estrepitosamente baja participación del 13%, además de todas las irregularidades que diversas instituciones han documentado, la conclusión es clara: este fracaso contundente no debe repetirse ahora que se comienza a gestar una nueva reforma electoral.

Pero el verdadero problema no está solo en los políticos, está en cada ciudadano que se ha rendido. Esa mediocridad no vive solo en el poder, sino en la sociedad que dejó de creer que puede y necesita transformar su realidad.

Nos sobran excusas y nos falta hambre de grandeza. Los líderes que el país necesita no saldrán de las cúpulas partidistas, sino de la sociedad: de nuestras calles, hogares y negocios.

Dejemos de quejarnos y comencemos a actuar. El primer paso es una decisión personal: dejar de ser espectador. Organizarse. Exigir. Participar. Construir. Impulsar liderazgos que entiendan que liderar es transformar, liderar es servir, liderar es amar a México. 

Basta de lamentarnos. Es tiempo de actuar. Porque México no cambiará cuando cambien los políticos, cambiará cuando más mexicanos abracen la responsabilidad de transformar su realidad. 

El futuro que queremos para nuestros hijos está esperando que decidamos construirlo. 

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