Por Gustavo Almaráz Petrie, columnista invitado nacional para Excelsior.
Twitter: @gustavoalmarazp
La llegada de la pandemia a México ha profundizado condiciones adversas que existían desde hace décadas, como la precarización del empleo, la pobreza y la falta de crecimiento económico.
Si bien el confinamiento social es necesario para evitar que se expandan, aún más, los contagios por coronavirus covid-19 y se agrave la saturación en el sistema nacional de atención sanitaria, los efectos económicos de casi dos meses ya desde inicio de la Jornada de Sana Distancia comienzan a tener graves implicaciones.
Durante el primer año de la actual administración se crearon 342 mil 77 empleos, 48 por ciento menos de los generados un año anterior, la cifra más baja en 10 años, de acuerdo con datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Durante abril pasado se perdieron en el país 555,247 empleos formales, sumando un total de 685,840 desempleados durante la emergencia sanitaria (marzo y abril). El IMSS ha informado que casi 6,689 patrones se han dado de baja del sistema de seguridad social, lo que representará una reducción en las cuotas obrero-patronales.
El Banco de México estima que para finales de mayo se habrán perdido 1,423,333.33 empleos formales, lo que tendría un impacto de menos dos por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), de acuerdo con estimaciones de la Organización Mundial del Trabajo.
En nuestro país, 67% de la fuerza laboral se concentra en una población económicamente activa de entre 20 y 49 años, y se ha registrado que 56% de trabajadores de 30 a 64 años no ganan lo suficiente como para comprar dos canastas básicas. Las cifras son claras, en México preexisten condiciones laborales precarias que se agravarán por la situación económica. Según datos del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, se requieren casi 720,840 millones de pesos, es decir, 3.5% del Producto Interno Bruto, para detener la caída de empleos y la disminución de ingresos.
Hoy que asistimos al regreso paulatino de lo que el gobierno federal ha denominado como la Nueva realidad, con la reactivación de la vida social y económica en 324 municipios de la esperanza, cuyo nivel de desarrollo es considerablemente bajo, es necesario considerar un plan contracíclico de reactivación económica que inyecte liquidez a las empresas para proteger a sus trabajadores a través de la nómina.
La reacción de los gobiernos de otras partes del mundo ha sido generar incentivos al empleo y prevenir despidos masivos por la falta de liquidez de las empresas para pagar las nóminas, es el caso de Colombia, Chile, Argentina, Canadá, entre otros.
En todos los casos, se trata de iniciativas solidarias que se fundamentan en la idea de que, si un gobierno es solidario con el sector privado, se genera un círculo virtuoso que podría mitigar el impacto de los efectos recesivos de la pandemia y conservar las fuentes de empleo.
En ese sentido, es pertinente hablar de un #SalarioSolidario como se ha planteado desde el sector privado, lo que podría ayudar a mantener un equilibrio en los sectores productivos, el nivel de ingreso de los trabajadores y sostener el consumo, redundando en impuestos e ingresos para el gobierno.
La empatía y la solidaridad en estos momentos son fundamentales para rescatar un barco llamado México, en el que todos vamos a bordo.