Artículo de opinión por Leonor Quiroz Carrillo, Presidenta de la Comisión Nacional de Ética e Integridad
Twitter: @LeonorQuiroz
Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, sólo durante agosto pasado, 378 mujeres fueron asesinadas, 105 por feminicidio y 273 por homicidio doloso, teniendo así un promedio de 13 mujeres asesinadas diariamente. Esta es la cifra histórica mensual más alta desde el 2015, año en el que inicia la publicación del reporte oficial. Es crucial señalar que, considerando ese año como base, la dolorosa violencia en contra de las mujeres y niñas ha aumentado a cifras alarmantes, triplicándose los feminicidios y duplicándose la violación.
Estas cifras tienen rostro de mujeres y niñas a las que se les cosificó, lastimó y asesinó, borrando de tajo su vida y dejando un vacío inmenso en sus familias, muchas de ellas hoy con hijas e hijos huérfanos que padecen la ausencia violenta de sus madres. No podemos dejar de reconocer que el Estado y la sociedad también tienen culpa por normalizar la violencia contra las mujeres desde su infancia, en donde muchas de ellas por usos y costumbres de sus comunidades, son discriminadas dentro de su núcleo familiar negándoles el acceso a la misma nutrición, salud y educación que sus hermanos. Incluso muchas niñas son vendidas por sus propios padres sin que se impida y castigue por parte de nuestras autoridades. Así es como se arrebatan las ilusiones y posibilidades para las niñas en nuestro país, bajo la cruel mirada tolerante de familia, comunidad y Estado.
Debemos hoy como sociedad, sentir vergüenza y dolor desde lo más profundo de nuestras entrañas, debemos romper la indiferencia que nos está matando y ser conscientes del color rojo con el que diariamente y cada vez más, se mancha el rostro y cuerpo de las niñas y mujeres en nuestro país. Nuestra sociedad machista que normaliza la violencia y un Estado negligente en la atención de esta realidad, es una amenaza constante a la mitad de la población.
Creamos siempre a las víctimas, enseñemos a nuestras niñas en casa a no callar y a pedir ayuda, abracemos con empatía y solidaridad a nuestras amigas violentadas, compañeras de trabajo y familia, creando para ellas un círculo de confianza y acompañamiento tal, que se sientan protegidas y con valor para denunciar a su agresor. Esa detección y acompañamiento oportuno salvará esa vida. La apatía ante este deleznable fenómeno es desnaturalizarnos como humanidad y permitir ante nuestros ojos que a las mujeres nos sigan invisibilizando, cosificando, discriminando, mal tratando y eliminando de la vida que nos es interrumpida por el hombre enfermo que nos mata y por nuestra familia, el Estado y la sociedad que nos abandona.
Hoy, en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, sintamos como propio el dolor del rojo amanecer y anochecer de las niñas y mujeres que son violentadas y las 13 que hoy, ya no estarán aquí. #OpiniónCoparmex