Autor: Juan Manuel Hernández Niebla.
En conjunto con la propuesta de incrementar el contenido norteamericano en el sector automotriz al 50%, EU puso en la mesa de discusión la cláusula “sunset” que terminaría automáticamente el Tratado de Libre Comercio (TLC) cada cinco años, a menos que los tres países convengan renovarlo anticipadamente. Un esquema de “muerte súbita” que mandaría un mensaje negativo a la generación de nuevas inversiones.
Ambas propuestas son clasificadas como “línea roja” en el acuerdo, por lo que implicaría la cancelación del TLC por parte del gobierno mexicano, ante la evidencia de irracionalidad comercial.
En este contexto, y conforme avanzan las negociaciones, se empiezan a entender los verdaderos objetivos de EU en el proceso, con Canadá jugando para ambos lados, en el ánimo de capitalizar sus propios intereses.
El secretario de Comercio de EU, Wilbur Ross, fue empresario dentro del sector siderúrgico.
Para que los autos fabricados en la región contenga un 50% de integración norteamericana, deberán contener acero producido en ese país, mismo que es más caro que el producido en China o en México.
Si EU logra esta regla de origen, habrá necesidad de construir nuevas plantas acereras en ese país, lo que generaría inversión y empleos bien pagados en el sector.
En conjunto con la alta incertidumbre jurídica que la cláusula “sunset” generaría para nuevas inversiones, esto desalentaría la inversión extranjera en nuestro país, por lo que la misma seguramente migraría hacia a EU, tomando en cuenta ese país es el mayor socio comercial dentro del tratado.
Por otro lado, el juego norteamericano es sumamente peligroso.
La Cámara de Comercio de EU ha amenazado con litigar ante la suprema corte de justicia de EU la posible cancelación del TLC.
Si Donald Trump firma una orden ejecutiva para cancelarlo, este deberá ser ratificado por el Senado de su país, cuyos miembros están a un año de su proceso de reelección y requieren del apoyo económico empresarial para lograrlo.
Trump sabe que varios estados norteamericanos se verían seriamente afectados con la cancelación del TLC, por lo que muchos congresistas, incluyendo republicanos, votaran en contra de salirse. Por ende, es improbable que se arriesgue a quedar en ridículo.
Consecuentemente, Trump parece estar utilizando su orden ejecutiva de cancelación del TLC, a cambio de la reducción de impuestos corporativos y personales que está proponiendo en su reforma fiscal.
En esa instancia, México y Canadá deben aguantar la presión de abandonar las mesas de negociaciones obligando a que sea el Congreso Estadounidense el que ejerza la responsabilidad de cancelarlo.
Finalmente, y en caso de que la cancelación se hiciera efectiva, México tendrá la opción de utilizar los acuerdos emanados de la Organización Mundial de Comercio, donde el promedio de aranceles es del 3.5%, cifra que si bien no exenta los productos del pago de aranceles, tampoco representa un porcentaje que no pueda ser absorbido por las misma empresas en su margen de utilidades, o por el público consumidor.