Artículo escrito por Luis Durán, Presidente del Comité de Difusión de la COPARMEX vía El Universal
En los últimos tres años, el mundo ha vivido algunos de los retos más importantes en muchas décadas. La crisis del COVID, todo lo que ha derivado de ésta, y la invasión de Ucrania han puesto muchas de nuestras convicciones de cabeza. En estos tiempos de contrastes y retos, la búsqueda de significado nos ha llevado a tener perspectiva de lo que es verdaderamente importante. Muchas instituciones y muchas personas han vivido verdaderas epifanías relacionadas con lo que debe ser fundamental y con cómo construir el futuro después de estas crisis. En el ámbito de las empresas, una de las tendencias más importantes es sobre cómo construir un capitalismo con un nuevo enfoque, más humano, un capitalismo “consciente”. Hay muchas interpretaciones de lo que esto puede y debe significar. En términos generales, capitalismo consciente es cualquier sistema capitalista que se estructura con la ideología de la libertad, la igualdad y la justicia. En lugar de aspirar a acumular sólo formas económicas de capital, valora explícitamente todas las formas de capital, incluido el capital social, el capital humano y el capital natural. En lugar de maximizar los beneficios para la minoría, se trata de maximizar los beneficios para toda la sociedad.
Es evidente que en este mundo post COVID hay una tendencia a que las empresas sean conscientes de que, por encima de las ganancias, su propósito más elevado sea el bienestar de las personas. Y ello porque, para tener sentido, deben gestionarse con el fin de beneficiar de manera simultánea a todos sus grupos de interés. Y no solo eso; deben estar seguras de que se sitúan en el lado correcto de la sociedad, es decir, que tienen un impacto positivo en el mundo. Íntimamente ligado a este concepto de “capitalismo consciente” está el de “liderazgo consciente”, que es aquel que dirige su foco, primordialmente, a las personas. Es un liderazgo que pone el ejemplo, que se entrega con pasión y que busca obtener lo mejor de sus equipos, inspirando confianza, transparencia y espíritu de servicio. Este concepto, aunque suena muy innovador, no es nuevo. Probablemente no haya mejor ejemplo de un líder empresarial consciente como el de Don Eugenio Garza Sada, el gran humanista y empresario regiomontano que a todos sorprendía con su sencillez y congruencia. Las empresas y las instituciones que fundó son fieles testigos de su legado y han transformado a millones de mexicanos. A casi medio siglo de su muerte, su figura se agiganta y es cuestión de leer el “Ideario Cuauhtémoc” para entender lo que es poner a la persona en la prioridad de las empresas con convicción. Su filosofía quedaba plasmada en una de sus frases célebres: “El respeto a la dignidad humana está por encima de cualquier consideración económica.” Hoy, más que nunca, se necesitan liderazgos como el de Don Eugenio que fomenten una cultura y una gestión conscientes. Que permitan a los empleados participar de manera plena en la realización de ese propósito superior y vivir los valores de la organización. Valores como la confianza, la responsabilidad, la transparencia, la integridad y el aprendizaje.
Si bien el liderazgo del gran líder regiomontano ha sido excepcional por muchas décadas, las inquietudes derivadas de las crisis de estos últimos años han servido como catalista de cambio. Hoy podemos ver con optimismo cómo hay una nueva ola de empresarios y ejecutivos que están liderando sus empresas con pasión, propósito y convicción. Y también, por qué no decirlo, con mayor rentabilidad. Ligado a esto, un artículo de Harvard Business Review del año 2013 ya mostraba que las empresas que practican el “Capitalismo Consciente” tienen un rendimiento diez veces mejor que sus competidores. Es decir, practicar este liderazgo con propósito no es únicamente una buena idea, es un buen negocio. Es momento de asegurar un enfoque solidario hacia la construcción de un México más próspero. La clave será en crear valor para todos en la sociedad. En lo personal me quedo con las palabras de uno de los genios más grandes del siglo pasado, el inigualable Albert Einstein: “Trata de no convertirte en un hombre de éxito, sino en un hombre de valor. Mira a tu alrededor cómo la gente quiere obtener más de la vida de lo que ellos ponen. Un hombre de valor siempre da más de lo que recibe.” Más claro imposible.