Artículo escrito por: Gustavo Almaraz Petrie, Presidente del Comité de Estrategia Pública de Coparmex, vía El Financiero.
Con el pasar de los años y el incremento en acuerdos comerciales alrededor del mundo, los avances tecnológicos y logísticos, el descubrimiento y la optimización en el uso de recursos, el mejoramiento en infraestructura y conectividad entre las regiones, entre otros factores, las cadenas de suministro se han visto favorecidas y han evolucionado con una rapidez relativa. No obstante, tras la crisis sanitaria detonada por el Covid-19, dichas cadenas han sufrido múltiples afectaciones, desde complicaciones en el manejo adecuado de operaciones complejas, interrupciones al traslado, hasta la disminución en el consumo de bienes y servicios derivado de los altos costos en las materias primas y energéticas destinadas a los procesos de producción.
Algunas de las cadenas se han ido recuperando lentamente, principalmente aquellas que están entrelazadas a las economías avanzadas; que, dicho sea de paso, son las que además poseen un mayor poder de intercambio y un gran número de alianzas comerciales. Al mismo tiempo, aquellas surgidas en las economías de mercados emergentes y en desarrollo han visto un restablecimiento de sus condiciones económicas y, por lo tanto sociales, mucho más pausado.
Si bien se trata de un fenómeno global, es también una problemática que aqueja en cierto grado a nuestro país, por lo que resulta fundamental pensar conjuntamente -entre la industria, las autoridades y la sociedad civil- en distintas soluciones que nos permitan gozar en los próximos años del proyectado crecimiento económico y de los numerosos beneficios del aclamado nearshoring. Y es que este último está estrechamente vinculado con distintos tipos y niveles de cadenas de suministro.
De aprovechar adecuadamente el fenómeno y las bondades -responsabilidades también- del TMEC, se reduciría la dependencia de aquellos insumos provenientes de lugares distintos a la región, pues se fortalecerían todas las cadenas locales; en parte por la disminución de los riesgos y las crisis geopolíticas, y en parte por la autogeneración y autogestión de productos y de procesos de gran complejidad. De la misma forma, se detonaría el crecimiento de los negocios en los sectores emergentes, la balanza comercial -exportaciones, principalmente- y todos, o casi todos, los indicadores de desarrollo.
En este sentido, México se encuentra ahora frente a dos escenarios. Por un lado, con la necesidad de mejorar sus capacidades productivas por medio de la revisión, el mantenimiento y la reparación de las etapas que le corresponden en las cadenas de suministro trilaterales; y, por el otro, con la necesidad de implementar nuevos mecanismos que favorezcan y alienten a las compañías extranjeras a instaurarse e invertir en los distintos sectores productivos en el país. Para ello, será relevante diagnosticar las áreas de oportunidad y los retos que existan -y puedan presentarse- entre los eslabones; sobre todo, en términos de infraestructura, capital humano y competitividad de los precios de energía en la región y el aprovechamiento del gas.
Por otra parte, y aunado al diagnóstico, se requiere de paquetes de incentivos a la inversión que alienten las decisiones de las empresas a invertir en México, permitiendo el desarrollo de nuevos sectores así como el fortalecimiento de aquellos que hoy en día son estratégicos por su naturaleza y su contribución al mercado laboral y a la economía.
En virtud de todo lo anterior, México deberá atender cuanto antes el tema y aprovechar los momentos clave para actuar de manera estratégica. El mejor ejemplo se tiene con las elecciones que se avecinan, las cuales deben representar el momento ideal para el acercamiento con los candidatos en aras de encaminar propuestas y mecanismos de cooperación en beneficio del restablecimiento oportuno de las cadenas productivas.
Asimismo, se debe de garantizar que el tema no sea omitido, ya que las repercusiones de hacerlo podrían traducirse en el fallo al cumplimiento de los augurios internacionales de crecimiento y de recepción de inversión extranjera, así como en afectaciones a la industria, familias y regiones dentro del territorio. Es tiempo de contrarrestar las complicaciones en las cadenas de suministro; tiempo de favorecer el diálogo, la búsqueda y la implementación de acciones resolutorias.