Artículo de Opinión escrito por: Jorge Ramírez Hernández | Vicepresidente Nacional de Sustentabilidad Coparmex | Vía: El Sol de México
En México debemos sumar sociedad y gobierno para construir una agenda que aterrice políticas públicas que nos permitan hacer mejor uso del agua; tratarla y reusarla.
Más del 50% de los estados y regiones del país registran estrés hídrico extremadamente alto -determinado por la relación entre la demanda y disponibilidad de agua-, de acuerdo con el Instituto de Recursos Mundiales (WRI). En su Atlas de riesgo del agua, “Aqueduct”, determino en su reporte más reciente que 17 entidades tienen más de 4 en una escala de 0 a 5, en la que 5 es una situación crítica.
“Aqueduct” alerta sobre una disminución del nivel freático “extremadamente alto” en Baja California Sur y sobre el agotamiento de recursos hídricos en la región Noreste del país, en El Bajío y en el Estado de México y la Megalópolis de la CDMX. A nivel mundial, indicó el WRI en un comunicado, la demanda de agua se ha más que duplicado desde 1960. Y en México no hay gran diferencia.
Además, es importante considerar que la disponibilidad real del agua de los acuíferos, es en buena medida “una suposición”, pues los análisis electromagnéticos que se realizan para determinar la cantidad de agua con la que cuentan estos ríos subterráneos están basadas en aproximaciones y referencias geológicas, y estos estudios al ser muy costosos no se hacen de forma periódica; por lo que no podemos saber con exactitud cuánta agua tenemos disponible, por lo que podría llegar “El día Cero del Agua” sin avisarnos.
Para dar solución a esta problemática, CONAGUA debería tener la capacidad jurídica, política y los recursos financieros y humanos necesarios para regular mejor los títulos de concesión del sector agrícola, así como su infraestructura hídrica; los estados, contar el apoyo de la federación para modernizar y optimizar los cultivos y su riego de tal suerte que se aproveche el agua de la mejor forma. En el campo se desaprovecha alrededor del 30% del agua que se utiliza en el país.
Además, se debe implementar desde el gobierno federal políticas públicas que le ayuden a los municipios a administrar mejor el servicio público urbano del agua potable. Hoy la eficiencia física promedio está por debajo del 50%, por lo que se tira o no se mide más de la mitad de lo que se produce.
En este servicio, se debe comenzar con medir y cobrar todo lo que se suministra, e invertir en soluciones tecnológicas para sectorizar y dar mantenimiento a las redes. Estas medidas requieren más voluntad política, organización y buena administración que recursos directos por lo que sí es posible implementarlas.
Por otro lado, debemos aprovechar que hoy tenemos al alcance nanotecnología que nos permite tratar el agua de forma óptima para reusarla, en la industria, en jardines, e incluso en el servicio doméstico. Ya hay iniciativas de reformas normativas en la SEMARNAT que permitirán aprovechar estos avances para darle más vueltas a la misma agua, mejorando la calidad del líquido que todos tomamos.