Artículo de opinión escrito por Francisco Javier Lopéz Díaz, Director General de Coparmex Nacional | Vía Excelsior
Twitter: @franlodimx
Inició el ciclo escolar y más de 24 millones de alumnos de educación básica volvieron a las aulas, pero su regreso tuvo una discusión central: los nuevos libros de texto gratuitos que, por no cuidar un proceso de consulta democrático, amplio, plural y transparente, motivó que gobiernos estatales, como Chihuahua o Coahuila, interpusieran controversias constitucionales ante la SCJN. A esto se sumaron amparos impulsados por organizaciones ciudadanas y padres de familia, como en Aguascalientes, que siguen en proceso judicial y mantienen los libros en resguardo. Y qué decir del amparo que interpuso la Cámara Nacional de la Industria Editorial, porque los han dejado fuera del proceso de desarrollo de libros de texto para secundaria, obligando a que los maestros tengan una sola edición de éstos por parte de la SEP.
Los libros de texto gratuitos son y serán una herramienta importante en el proceso de enseñanza y aprendizaje, por lo que se pone en duda la calidad de estos nuevos materiales, dado que no se sustentaron en una metodología pedagógica; además de las carencias y la redacción retórica y confusa. Ante este escenario, organizaciones de la sociedad civil como empresariales, han desarrollado alternativas que ponen al alumno al centro y ofrecen apoyo y orientación a los maestros y padres de familia. Es el ejemplo del Colectivo de Educación, integrado por más de 80 organizaciones como la Unión Nacional de Padres de Familia, Alianza de Maestros, Educación con Rumbo, Suma por la Educación y Coparmex, entre otros. A través de la plataforma creada por las organizaciones, llamada ninosquesiaprendan.mx, se podrán encontrar materiales didácticos que apoyan en la enseñanza de lectura, matemáticas, pensamiento científico y otros.
Se ha requerido revisar a fondo los fines de la educación y conocer y evaluar el nivel de nuestro sistema educativo nacional. Hay poca información que nos proporcione los elementos para saber a detalle el nivel de aprendizaje en el que se encuentran nuestros alumnos; sobre todo después de la afectación que dejó la pasada pandemia y que impactó a millones de estudiantes en diferentes grados escolares. Una referencia reciente es la evaluación diagnóstica que desarrolló la Mejoredu, cuyos resultados nos obligan a reconocer que existe un gran rezago educativo, ya que esta prueba analiza si nuestros niños y niñas de primaria y secundaria pueden leer y comprender un texto, o realizar operaciones matemáticas, así como comprender conceptos cívico-éticos. En lectura, los resultados de tercero de primaria hasta tercero de secundaria no llegan a 50% de aciertos, lo que nos demuestra el bajo nivel de aprendizaje, traducido en poca capacidad para analizar los textos, hacer inferencias o localizar y extraer información. El resultado: alumnos que no podrán comprender una simple lectura, generando así una brecha de desigualdad y con pocas oportunidades de inserción a un mercado laboral competitivo.
Nuestro sistema educativo está en crisis y el rezago educativo que estamos viviendo tendrá un impacto negativo en las futuras generaciones. Es por ello que debemos involucrarnos, gobierno y sociedad. Ante el próximo proceso electoral en el país, es imperativo que la discusión de la agenda educativa tenga el nivel que se merece. Debemos impulsar que sea prioridad poner como objetivo principal a los alumnos y que se refuerce la colaboración de maestros y padres de familia, así como descentralizar la educación y darles mayor participación a las secretarías estatales, promover un esquema donde la agenda educativa cuente con una visión de largo plazo y que, independientemente del titular de la SEP federal, se consolide un nuevo Consejo Nacional de Participación en la Educación que tenga peso en las decisiones de política educativa con alcance transexenal.
Urge construir los espacios que promuevan un diálogo sincero y eficaz entre autoridades educativas, padres y madres de familia, magisterio y sociedad. El reto y desafío por una educación de excelencia es tan grande que sólo con la colaboración de todos y todas podremos ver a la educación como un asunto de Estado, por las niñas y niños de México, donde ninguno de ellos quede fuera.