Artículo de opinión escrito por Carlos Villaseñor Franco, Vicepresidente Nacional de Finanzas en Coparmex | Vía @elsolde_mexico
Twitter (X): @CarlosD_VF
El 2023 pintaba para ser un año optimista en la recuperación económica del país, para bajar la inflación y recuperar las tasas de intereses a niveles similares de años anteriores y, con ello, mantener un ritmo en el crecimiento y desarrollo. A pesar de que algunos niveles bajaron, no llegamos a los números optimistas para cumplir algunas estimaciones.
Sin embargo, como resultado de algunas situaciones externas, se vivieron presiones en temas clave en materia económica, tales como el control en la inflación que se reflejó en el encarecimiento de materias primas para el sector productivo, provocando un aumento en los costos de varios productos y en la canasta básica para los consumidores. Asimismo, la inseguridad cobró confianza a la hora de atraer inversiones extranjeras y, a esto, vale la pena sumar las dificultades que existen en la retención de talento en las empresas.
A pesar de la combinación de presiones externas, los sucesos nacionales y la disminución del poder adquisitivo de las personas, la inflación al consumidor logró descender para situarse en 4.30 por ciento en promedio y se prevé que el proceso desinflacionario continúe, de acuerdo con la postura de política monetaria y las aún secuelas derivadas de la pandemia y la guerra en Ucrania.
Si bien en los últimos meses la inflación descendió, se espera que en 2024 sea cuando se acerque al rango del 3 por ciento. Por este motivo, el Banco de México continuará con la propuesta de permanecer con las tasas de intereses sobre el 11 por ciento, con una tendencia a la baja para disminuir los costos financieros y, con ello, incentivar a todos los sectores con acceso a créditos que promuevan sus inversiones, generando más oportunidades para las y los mexicanos.
Oportunidades y riesgos
La seguridad continúa siendo un reto. En diferentes encuestas al sector empresarial, se muestra como una de las principales preocupaciones. Asimismo, el aumento persistente en los precios de energéticos y agropecuarios sigue representando un riesgo para quienes producen alimentos y, al mismo tiempo, merma en una transición al uso de energías limpias.
En ese mismo sentido, dentro de los factores de riesgo se prevé una desaceleración en la economía global mayor a la vivida en este año que cerró, debido a los cambios en las regulaciones de mercados de países como Estados Unidos y China.
Otras de las preocupaciones tienen que ver con los gastos regulatorios y las políticas impulsadas desde el Gobierno Federal que desincentivan la atracción de inversión, suman a la incertidumbre de los acuerdos comerciales y prenden focos de alerta en el Estado de Derecho.
Por fortuna, también existen oportunidades para mejorar el panorama, como el aumento salarial que pasará de 207.44 pesos a 248.93 pesos para 2024, y de 312.41 pesos a 374.89 en la Zona Fronteriza; el aumento acordado por unanimidad en la CONASAMI muestra el compromiso por parte del sector patronal hacia las y los colaboradores de México.
Finalmente, no podemos dejar fuera que será un año electoral, donde las promesas y los apoyos incentivarán a múltiples sectores para contrarrestar las ausencias de toda una administración; eso, sin duda, mitigará algunas áreas donde existe riesgo, como en educación, salud y obras públicas. Sin embargo, viendo los resultados, el cierre de año quizás traiga sorpresas o altere las expectativas del sector económico.
Sin duda, habrá dificultades y desafíos que superar debido a los estragos de la pandemia y los aumentos de costos laborales; sin embargo, las y los empleadores del país seguiremos atentos para adaptarnos a los cambios, trabajando en elementos diferenciadores y con ello, aprovechar las ventajas competitivas de conectividad, impulsando la innovación y el desarrollo, no solo en lo económico sino en temas sociales y ambientales. El 2024 pinta para crecer. #OpiniónCoparmex