Artículo de Opinión escrito por Carlos Aurelio Hernández, Presidente de nuestra Comisión Nacional de Seguridad | Vía Forbes México
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El camino para fortalecer a Pemex son las fuentes de energía limpias con menores o cero emisiones, a través del uso de los biocombustibles, biogás, hidrógeno verde y vehículos eléctricos.
Arabia Saudita, el segundo productor de petróleo del mundo, tiene un plan de producir el 50% de su energía proveniente de fuentes limpias con un ambicioso plan para desarrollar 58.7 GW como parte de la “Iniciativa Verde Saudi” para el 2030. Mientras tanto en México, Pemex sigue con un modelo de producción y promoción del uso de combustibles fósiles.
El camino para fortalecer a Pemex son las fuentes de energía limpias con menores o cero emisiones, a través del uso de los biocombustibles, biogás, hidrógeno verde y vehículos eléctricos. Pemex debe de buscar reducir sus costos al invertir en las energías limpias para sus procesos productivos e integrarse horizontalmente.
En México no existe una política que verdaderamente incentive desde lo Federal la sustitución de los combustibles fósiles para, por ejemplo, el transporte. La producción de los biocombustibles, el biodiésel y el biogás, sus principales insumos son productos agrícolas y/o desechos como la basura o el estiércol de animales.
Hay políticas internacionales que podrían empezar a funcionar en México. Por ejemplo, un mandato de mezclar obligatoriamente las gasolinas y el diésel con algunos biocombustibles. Son políticas que reducen la cantidad de emisiones contaminantes al medio ambiente por el uso de gasolinas y diésel, favorecen la soberanía energética y promueven unidades de negocio que ayudarían al campo mexicano y al desarrollo de nuevos emprendimientos regionales.
Al 2021, de acuerdo con información de Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), se contabilizaron 58 países con obligaciones de uso de biocombustibles, siendo Brasil quien lidera con el porcentaje más alto de mandato 27% y en Estados Unidos se utiliza un 10% para las mezclas obligatorias de gasolina, 12% y 6% respectivamente para biodiésel.
Además, la participación de Pemex al convertir sus gasolineras en “electrolineras limpias” es fundamental, ya que mantiene el 53% de dispendios de gasolina en México con su imagen comercial, esto de acuerdo con un estudio de PetroIntelligence a agosto del 2023.
Pemex se debe de visionar como una empresa en proceso de transformación para proveer energía limpia y biocombustibles a los mexicanos.
De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, en 2022 la demanda de energía eléctrica para la carga de 25.9 millones vehículos eléctricos representó 65 mil Gigawatts hora (GWh) de consumo en el mundo, es decir el 19% de lo que México consumió en 2022 (333 mil 662 GWh de acuerdo al PRODESEN 2023).
Ahora, usando la regla de tres, si en México para diciembre 2022 se contabilizaron más de 36 millones 400 mil vehículos registrados en circulación con datos del Inegi. Quiere decir que, para convertir el parque vehicular por eléctricos, tendríamos que aumentar la generación en 91 mil 438 GWh, es decir el 27.40%. Lo que implica aumentar la capacidad de generación en 10 mil 438 MW para cada hora del año aproximadamente.
Es una gran oportunidad y un reto el buscar la integración de Pemex, así como su sostenibilidad en el tiempo, al estar preparada para ser parte de la evolución del sector de las gasolinas, aprovechar su infraestructura instalada en dispendios en todo el país para la generación solar y convertirse en uno de los principales jugadores en el sector de la producción de energía de fuentes limpias.
Si los grandes países productores de hidrocarburos en el mundo cuentan ya con un plan para reducir y mitigar su huella de carbono, es momento que México se dirija hacia una conversión profunda para la reducción de emisiones contaminantes por parte de PEMEX, donde se priorice el respeto por el medio ambiente, se reduzca la burocracia y se regule de forma autónoma y efectiva; esto para lograr la sostenibilidad y sustentabilidad ambiental de la economía mexicana de los próximos 100 años.