
Artículo de Opinión escrito por Juan Pablo Castañón | Ex Presidente Nacional de COPARMEX | Via: @El_Universal_Mx
X: @jpcastanon
Es un hecho que quienes conforman cualquier plan de gobierno, en cualquier nación, tienen que generar valor para sus ciudadanos, así como crear las condiciones necesarias para que la prosperidad perdure en el tiempo. Así se abrirá la posibilidad de progreso para el país y los que lo conformamos
En el caso de México llama la atención que la falta de crecimiento económico deviene de tres dimensiones que se concentran en una misma fuente, provocando el estancamiento económico que estamos teniendo actualmente. Un ejemplo de ese factor de riesgo está en los programas asistenciales, que pueden ser muy peligrosos políticamente, ya que requieren de enormes recursos recurrentes para sostenerlos en el tiempo.
De ahí que hacer un análisis de la situación económica de nuestro país obliga a apuntar, en una primera dimensión, la necesidad de ejercer con urgencia una administración gubernamental eficiente para promover la creatividad y el dinamismo económico. Esto, a través de los particulares y en un marco legal que incentive actividades y crecimiento, para que la economía tenga un desarrollo favorable.
Hemos sido testigos de que, en los últimos años, las políticas de gobierno en los tres órdenes se han orientado a frenar, controlar y hasta prohibir el lanzamiento de nuevos proyectos de inversión, el desarrollo de emprendedores y el funcionamiento de millones de pequeñas empresas a lo largo del territorio nacional. Porque, en un sistema democrático como el nuestro, es mezquino gobernar solo para mantener el poder, toda vez que se debe priorizar la búsqueda del bien común, que fue lo que prometieron al asumir el cargo.
En una segunda dimensión, tenemos que estar conscientes de que la inversión pública cumple con la función de detonar la inversión privada, porque es responsabilidad de cualquier gobierno hacerlo, a fin de liberar recursos que se canalicen a una infraestructura necesaria para lo que se busca atraer, priorizando lo que mejor y más detona. Esta inversión generará el movimiento económico entre particulares para que así la economía se mueva y se genere esperanza, crecimiento e inclusión.
Esta responsabilidad del gobierno no se está cumpliendo porque no tienen los recursos, al estar pagando compromisos pasados, y porque ya no pueden endeudarse más, ya que el servicio de la deuda es decir, el pago de intereses de lo que ya se pidió prestado es tan grande que ya no alcanza para más. Máxime si no se está consciente de que, mediante la implementación de la reforma judicial, se inhibe la confianza, y aun así insisten en seguir con su idea de manejarla a modo y a capricho.
La tercera dimensión que abreva de la misma fuente es la falta de administración profesional y eficaz en el contexto internacional, cuando el gobierno insiste en atender los retos internacionales por una vía independiente de las demás dimensiones económicas. Nos piden solidaridad y apoyo a la sociedad y a los sectores económicos ante los retos de negociación y renegociación con nuestros vecinos y socios comerciales, pero no nos incluyen como ciudadanía para generar un plan de nación integral que genere confianza y unidad nacional.
Es imposible disociar los temas y pretender que se puede seguir alimentando la desconfianza y la desunión en la agenda interna, y al mismo tiempo pedir comprensión y apoyo ante los retos internacionales. Tan impensable como peligroso resulta que nos estemos paralizando ante el riesgo de la revocación de mandato, que ata las decisiones urgentes y necesarias para generar un plan de nación integral que inspire, que retome la confianza y que integre a todos los sectores, para incluirlos y animarlos a trabajar juntos.
Es ahí donde no se puede ignorar tan fácilmente a millones de pequeños emprendedores que, a través de sus micro y pequeñas empresas, mueven el 70 % de la economía, y pensar que se les puede seguir pidiendo a ciegas la firma de un cheque en blanco por otros cinco años más.
No se puede tener prosperidad sin una vida política incluyente y un liderazgo inclusivo, porque eso es lo que requiere una administración pública: además de una cercanía en los hechos y menos protagonismo en discursos huecos de compromisos que no terminan de aterrizarse en acciones hacia el beneficio de todos y, a lo mucho, quedan en el beneficio solo de unos cuantos.
Y es que explotar los beneficios del poder hasta rayar en el abuso, y no pensar en las siguientes generaciones y en el bien común, es insostenible en el tiempo. No habrá dinero que alcance, porque el dinero que administra la gobernanza ya es insuficiente, si no es que ya se acabó.
Concluyo así: reaccionar por el bien común es de sabios; mientras que quedarse en la inmovilidad y el privilegio, es errático y se verá pronto. ¡Es momento de construir un gran acuerdo nacional!