Artículo escrito por Benito Solís, Presidente del Comité de Propuesta Económica vía El Financiero
El Fondo Monetario Internacional (FMI), conjuntamente con el Banco Mundial, acaba de terminar su reunión de octubre haciendo una importante revisión de sus pronósticos de crecimiento económico global para el próximo año. Para las economías avanzadas esperan que en promedio crezcan solo 1.3 por ciento, destacando el caso de los Estados Unidos con solo 1.0 por ciento, la zona del euro con 0.5 por ciento, el Reino Unido con 0.3 por ciento. En esta ocasión ya presenta datos negativos para Alemania (-0.3 por ciento) y para Italia (-0.2 por ciento). Por su parte espera que Latinoamérica y el Caribe solo crezcan en 1.7 por ciento promedio y para México pronostica un incremento en la producción de 1.2 por ciento para 2023, pero varios analistas predicen que será por debajo de este número.
Con este incremento del PIB, el mismo tendrá un crecimiento nulo en todo el sexenio, es decir cercano a cero. Como la población mexicana crece por año un poco más de 1.2 por ciento, esto significa que el ingreso per cápita en el país tendría una contracción cercana al 7.0 por ciento en estos seis años. Por lo mismo, el número de personas que viven en la pobreza se ha incrementado tanto en número como en porcentaje en los últimos años y también se entiende por qué se ha tenido una importante emigración de la población al extranjero. Existe una expresión en inglés que explica lo que está pasando en estos momentos, la cual se traduce como “que cuando las personas no están de acuerdo con lo que sucede en su país, votan con los pies” es decir emigran hacia otras naciones. El impacto es más grave porque quienes salen son principalmente las personas que están en edad de trabajar y en mejor capacidad para apoyar a sus familias y a la nación.
Para corregir lo anterior se requiere incrementar el ingreso nacional y propiciar que un mayor porcentaje de éste se canalice a las personas que tienen menores ingresos. El solo otorgar mayores subsidios a ciertos sectores de la población sin incrementar el ingreso total solo se puede lograr reduciendo o quitándole los recursos a otros sectores, ya sea con mayores impuestos, uso de fondos, de programas sociales y reservas financieras o reduciendo diversas prestaciones. Uno de los esquemas más frecuentes para lograr esto es por medio de una mayor inflación, la cual reduce el poder de compra de algunos para podérselo dar a otros, lo cual termina produciendo fuertes presiones sociales y políticas. Los esquemas anteriores pueden realizarse durante algún tiempo, pero eventualmente los recursos se terminan creando graves distorsiones, que provocan mayores daños que los que se pretendían corregir.
Para lograr elevar el ingreso de las personas de manera permanente se requiere que se incremente el ingreso nacional, es decir que todo el país tenga un ingreso total mayor. Es decir, para que todos tengan una “rebanada mayor del pastel, es requisito que el pastel crezca”. Pero el ingreso nacional es, por igualdad contable, es igual a la producción total (haciendo un ajuste por inventarios y por comercio exterior). Como conclusión, es imposible que el ingreso total de un país crezca cuando la producción se reduce; por lo mismo la primera condición para mejorar el nivel de vida de la población es incrementar la producción nacional.
Países que han logrado reducir de manera significativa la pobreza han tenido como prioridad incrementar la producción y luego aplicar esquemas que permitan que la población de menores ingresos se pueda beneficiar de este fenómeno, como han sido China, Singapur y otros más. Para lograr que las economías tengan altas tasas de crecimiento es condición necesaria e indispensable que mantengan durante largo plazo elevados porcentajes de inversión productiva. Por ejemplo, China ha logrado durante varias décadas tener una inversión superior al 40 por ciento del PIB y Singapur incluso mayor al 50 por ciento del PIB, con lo que han logrado crecimientos superiores al 10 por ciento anual. Esto significa que su ingreso per cápita promedio casi se triplica en cada generación, sacando así de la pobreza a gran parte de la población. En comparación, en México la inversión es cercana al 20 por ciento del PIB y en la actualidad mantiene una clara tendencia a la baja.
La inversión privada es más eficiente para elevar el ingreso nacional, pero requiere de la inversión pública complementaria. El reto es como motivar a los millones de habitantes de un país para que canalicen sus recursos a la inversión y sacrifiquen su consumo durante años, para tomar diversos riesgos. Para lograrlo se requieren una gran cantidad de condiciones, siendo una de las principales la estabilidad económica, la seguridad de que se podrá recuperar la inversión realizada en el tiempo, de que se tendrán bajos y estables impuestos, así como bajas tasas de inflación y de regulación, propiciando la competencia entre empresas. Además, es conveniente tener apertura comercial para reducir los costos de los insumos y poder aprovechar los grandes mercados en el exterior para aprovechar las economías de escala que se obtienen con elevados niveles de producción.