Estimados amigos,
En México la brecha de género, es una lacerante realidad.
Los datos de Reporte Global de Brecha de Género 2017 publicados por el Foro Económico Mundial así lo revelan: de 144 países evaluados, México se ubica en el lugar 124 en el subíndice de “Participación Económica y Oportunidades”, y en el peldaño 120 en el subíndice de “Participación Laboral”, sin una perspectiva positiva.
A esta realidad, se suma una mayor vulnerabilidad de las jóvenes mexicanas, las cuales tienen cuatro veces más probabilidades de no estar en condiciones de empleo, capacitación o educación que los hombres.
El Estado Mexicano ha impulsado, aunque de forma insuficiente, el atenuamiento de las desigualdades de género.
En ese marco, suscribió en el año 2000 los “Objetivos del Milenio” postulados por la Naciones Unidas, el tercero de los cuales se denominó “Promover la igualdad de los géneros y la autonomía de la mujer”, y que detonó importantes políticas públicas en nuestro país.
Recientemente, en el año 2015, México se adhirió a los “17 Objetivos del Desarrollo Sostenible” derivados de la “Agenda 2030” de la ONU, el quinto de los cuales fue enunciado como “Igualdad de Género. Lograr la igualdad entre géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas”, aunque en los hechos, el seguimiento de ese objetivo, con el gobierno en su conjunto, y tardíamente en la instalación del Consejo Nacional para la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, ha sido apenas perceptible.
Esos compromisos de largo plazo, obligan al estado mexicano a promover el bienestar pensando en hombres y mujeres de forma equilibrada, y a reconocer que, la mayoría de las mujeres parte, de origen, de una situación menos privilegiada, y que por lo tanto, deben de existir medidas especiales para minimizar esta desventaja.
Más allá de la adhesión a la “Agenda 2030” y la suscripción de los 17 ODS que de ella derivan, el impulso del Estado Mexicano en corregir y evitar las injusticias de género ha sido insuficiente.
No basta con firmar un compromiso para terminar con dinámicas complejas de discriminación de género. Los cambios deben ser profundos e institucionales, ocupando cada uno de los ámbitos de la sociedad, el gobierno y el sector productivo.
No se puede operar de otra forma, porque el problema de discriminación de género en nuestro país es más que grave.
El Estado Mexicano debe tomar medidas contundentes y reales para lograr que la exclusión laboral, la persistencia de las brechas de género y la ausencia de mujeres en puestos de dirección, continúen reproduciendo injusticias y a la vez, pérdidas en las ganancias de las empresas.
Las desigualdades de género se evidencian en todos los niveles sociales y económicos, y como muestra baste decir que hoy en día se estima que solo el 6.1% de los integrantes de un Consejo de Administración en las empresas mexicanas, son mujeres, dato que se compara negativamente con el 7.3% de América Latina y el 20% en promedio de la OCDE.
La renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) puede ser una gran oportunidad para contribuir a resolver el reto en materia de igualdad de género en México y en toda la región.
Es el momento para que Norteamérica abra una discusión integral sobre temas de género relacionados al ámbito laboral y productivo, utilizando el TLCAN y la fuerza legal y vinculante que derivan de un Acuerdo de este tipo.
El TLCAN pudiera convertirse en un espacio para lograr avances relevantes en materia de género, con la promoción de nuevas estrategias de capacitación para mujeres, y con una renovada promoción de igualdad en derechos.
Como ya se ha hecho en tratados comerciales entre Canadá y Chile, el TLCAN puede utilizarse como una herramienta para promover trato y oportunidades igualitarias entre hombres y mujeres, mayor educación en ramas de ciencias exactas, procuración de liderazgo, mentoraje y redes de solidaridad.
Del mismo modo puede ser el vehículo para la incorporación de prácticas de promoción de igualdad al interior de las empresas, mayor participación en posiciones de toma de decisiones, y fomento sin precedentes al emprendedurismo femenino.
En COPARMEX, vemos en el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica una oportunidad para definir el futuro de la región, donde la igualdad de género sea la norma.
La COPARMEX auspicia un cambio significativo en esta dirección.
Desde 2017 y a través del programa de “Líderes Empresarias” incrementamos al 20% la participación de mujeres en el Consejo Directivo Nacional, y estamos tomando medidas para incrementar desde el 10% y a un nivel sustancialmente superior, la participación de mujeres en el liderazgo de Comités, Comisiones de Trabajo y Presidencias de Centros Empresariales de COPARMEX en todo el País.
Estimados amigos,
La única estrategia para eliminar una representación minoritaria, es la exposición mayoritaria. La COPARMEX tiene un compromiso real de género que verá luz el próximo mes de marzo.
Herramientas como la implementación de los compromisos de Desarrollo Sustentable, a través de un capítulo de género en el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, pueden llevarnos mucho más lejos como País.
Un futuro de mayor justicia de género es posible, y en esta ocasión, podemos ser potentes promotores de la transformación.
Muchas Gracias.