Artículo escrito por Oscar de Jesús Martínez Treviño, Presidente de Coparmex Nuevo León vía Sin Embargo
Twitter: @oscarmartinezt
El pasado 22 de marzo celebramos el Día Mundial del Agua. Pensando en ello, no pude evitar recordar los calurosos veranos de Monterrey durante mi juventud, que se sufrían aún más, como resultado de los cortes de agua que diariamente y durante gran parte del día se realizaban en la ciudad. Eran los años 80’s del siglo pasado y fue de esa manera que me hice consciente de la importancia del agua y sobre todo, de lo que se sufre cuando no se tiene.
Resulta paradójico que el 70 por ciento de nuestro planeta está cubierto de agua, pero sólo el 2.5 por ciento de la misma sea agua dulce; peor aún, que de este porcentaje, algo así como dos terceras partes se encuentre congelada en glaciares o en otros lugares de muy difícil acceso.
La escasez que resulta de esta paradoja se agrava por el uso indiscriminado que le damos a este vital líquido. Basta decir que en nuestro país consumimos en promedio 366 litros de agua por persona por día, lo que nos coloca dentro de los cinco países de mayor consumo per cápita en el mundo, cuando según la Organización Mundial de la Salud, el consumo diario promedio debería ser de tan solo 100 litros. Por ello y por la falta de inversión suficiente en infraestructura hidráulica, es que no resulta sorprendente que el 30 por ciento de la población en México no cuente con el agua en la cantidad y calidad suficiente.
Por lo mismo, resulta indispensable que aprendamos a hacer un uso más racional de este vital líquido. No se trata solamente de un tema de solidaridad con quienes no tienen la fortuna de vivir en ciudades o barrios con abundancia de agua, sino con franqueza, se trata de que si no desarrollamos una cultura del cuidado del agua, no hay garantía de que la vayamos a seguir teniendo en el futuro.
Para muestra, basta ver el caso de Monterrey, en donde la falta de agua en los años 80 nos obligó a desarrollar una cultura de su cuidado y uso racional; cultura que desafortunadamente, con el paso de los años y gracias a los huracanes que de tiempo en tiempo vivimos en nuestra ciudad y que eran generosos con nuestros mantos acuíferos y presas, se fue perdiendo poco a poco hasta encontrarnos en este 2022 nuevamente con la pesadilla de la falta de agua en la ciudad y el regreso a los cortes de agua que pensábamos eran cosa del pasado.
Es por ello que resulta indispensable que trabajemos en construir o reconstruir, según sea el caso para cada uno de nosotros, una adecuada cultura del cuidado del agua. Y para ello, tenemos que comenzar de la única manera en que se pueden lograr los cambios. Cambiando en primera persona y buscando así influir a las personas a mi alrededor. Si todos hacemos esto, muy pronto nos encontraremos ante un efecto multiplicador de gran calado.
Recordemos que en el cuidado del agua, cada gota cuenta. Aprender a ducharnos en no más de cinco minutos; a cerrar la llave mientras nos cepillamos los dientes o rasuramos; a utilizar las lavadoras sólo con cargas completas; a evitar lavar el carro o las banquetas con manguera o a utilizar reductores de presión en las regaderas, son solo algunos de los pequeños ajustes que podemos hacer en nuestras vidas, que multiplicados por todos los miembros de una comunidad, pueden lograr grandes cambios.
El tiempo apremia, el momento es ahora y la responsabilidad es nuestra. ¡Todos a cuidar el agua!