Autor: Juan Manuel Hernández Niebla
El diferencial entre salarios mínimos entre México, EU y Canadá pareciera ser uno de los puntos álgidos en la renegociación del Tratado de Libre Comercio (TLCAN).
Wilbur Ross, secretario de Comercio de EU declaró que “uno de los problemas con el TLCAN es que el salario mínimo en Mexico no ha subido tan rápido como debería”, lo que considera una ventaja injusta que favorece a los exportadores mexicanos y la razón del creciente déficit comercial y pérdida de empleos de manufactura en su país.
En ese contexto, las presiones por una revisión del salario mínimo que refleje su esencia como el nivel mínimo de ingreso para satisfacer las necesidades económicas de un jefe de familia, parecen ir en aumento.
A principios de este año se materializo un primer logro al decretarse un incremento del 9.58%.
La COPARMEX de nueva cuenta esta impugnando por un incremento adicional este año equivalente al 15.7% para llevarlo a $92.62 diarios.
Con este incremento, se cubriría el 98.6% de la línea de pobreza que marca la CONEVAL.
Sin embargo, si seguimos la metodología de ajustes inflacionarios utiliza hasta la fecha, sería hasta el 2043 cuando se lograría el máximo de poder adquisitivo que ha tenido el salario mínimo, que fue en 1972 y que a nivel de valor presente equivaldría a $253 pesos diarios.
Ante estas condiciones ¿Quiénes viven del salario mínimo actualmente?
Según datos de Milenio, el 13% de la población económicamente activa, equivalente aproximadamente a 6 millones de mexicanos, sin tomar en cuenta si trabajan jornadas completas o reducidas.
Consecuentemente, de estos 6 millones, solo el 14% trabajan jornada completa. Adicionalmente, el 54% de ellos están en la informalidad, 96% no tienen acceso a seguridad social, y 30% no concluyó la primaria.
Para finalizar, el 52% de las personas que ganan el salario mínimo son mujeres, y el 29% de la gente en ese nivel de ingresos están localizados en Chiapas, Puebla y CDMX.
Analizando estas cifras, y sin minimizar el problema, es claro que los efectos del salario mínimo en el contexto de la economía nacional no son relevantes, donde representan más un marco de referencia.
En aquella población donde el salario mínimo verdaderamente infiere, la causa raíz está claramente relacionada a problemas sociales: bajo nivel educativo, informalidad, pobreza y marginación.
De regreso al TLCAN, es muy claro que en el sector productivo el salario mínimo no infiere en los niveles de competitividad de cada país.
En consecuencia, el diagnostico de EU de que el salario en Mexico ofrece una injusta ventaja a nuestro país no es correcto.
Si aceptamos dicha premisa, la discusión debería ampliarse a otros factores productivos como son los precios de la electricidad, de la gasolina y sobre todo del costo del dinero, donde en todos los casos estos son más baratos en EU que en Mexico.
La ventaja de un tratado de libre comercio estriba precisamente en eso, la conformación de un bloque comercial donde los países participantes combinan sus ventajas competitivas para fortalecer el consumo interno de los países participantes, y por consecuencia mejorar el bienestar de sus habitantes a través de productos más baratos.