
Artículo de opinión escrito por Salvador Carrejo Orozco, Presidente del Comité de Planeación y Desarrollo de Consejos Directivos de Coparmex | vía: @heraldodemexico
La informalidad laboral ya alcanza al 54.9% de la población ocupada, lo que refleja la enorme dificultad de cumplir con las cargas legales, fiscales y regulatorias para millones de personas que, aun queriendo, no encuentran condiciones que se lo permitan.
En México estamos viviendo una etapa crítica en materia laboral y empresarial. No se trata de una mala racha ni de un ciclo económico adverso, sino de un problema profundo que amenaza la estabilidad del empleo formal y pone en jaque la permanencia de miles de negocios. El país no solo necesita generar más trabajos: necesita evitar que los que existen desaparezcan.
En los primeros seis meses de 2025 apenas se han creado alrededor de 87 mil empleos formales. Es una cifra que está lejos de responder al crecimiento poblacional, ya que México requiere generar al menos 100 mil empleos cada mes solo para dar cabida a los jóvenes que ingresan al mercado laboral. Aun más preocupante es la tasa de crecimiento del empleo registrado en el IMSS: un exiguo 0.03% anual, muy por debajo del promedio histórico. Y quizás el indicador más alarmante es otro: llevamos 14 meses consecutivos con una disminución en el número de patrones registrados, un hecho sin precedentes.
Estos datos no pueden verse como simples estadísticas. Representan una pérdida constante de dinamismo económico, de oportunidades y de confianza para invertir y emprender. El entorno actual se ha vuelto cada vez más desfavorable para quienes deciden construir en la formalidad. La informalidad laboral ya alcanza al 54.9% de la población ocupada, lo que refleja la enorme dificultad de cumplir con las cargas legales, fiscales y regulatorias para millones de personas que, aun queriendo, no encuentran condiciones que se lo permitan.
Desde Coparmex, alzamos la voz ante esta situación que consideramos crítica. Lo decimos con firmeza: no es aceptable que el país sume más de un año perdiendo empresas ni que el empleo formal esté tan lejos de sus metas mínimas. Estamos ante una emergencia nacional que afecta tanto a los trabajadores como a los empresarios, y que exige una respuesta integral y urgente del Estado mexicano.
Superar este estancamiento requiere voluntad política, visión de largo plazo y, sobre todo, una estrategia clara que coloque al empleo formal como eje de desarrollo. Algunos pasos esenciales son:
- Reformular los esquemas de apoyo para las micro, pequeñas y medianas empresas, que son el corazón del empleo formal en México.
- Disminuir las barreras fiscales y regulatorias que dificultan la operación en la formalidad, especialmente durante los primeros años de vida de los negocios.
- Brindar certeza jurídica, estabilidad económica y acceso competitivo a la energía, como pilares fundamentales para fomentar la inversión.
- Impulsar programas eficaces de vinculación laboral que conecten a jóvenes, mujeres y grupos en situación vulnerable con empleos de calidad.
- Orientar la inversión pública hacia proyectos productivos de infraestructura que detonen empleo, en lugar de privilegiar el gasto sin retorno social ni económico.
El reto es enorme, pero también lo es la capacidad de quienes todos los días generan empleo, abren una puerta, pagan un salario y apuestan por México. Lo que se necesita es acompañamiento, no obstáculos; incentivos, no castigos.
Desde Coparmex mantenemos nuestra convicción: sí es posible construir un país donde emprender sea una opción viable, donde crecer en la formalidad sea una ventaja, y donde el trabajo digno sea el cimiento del bienestar.
Hoy no basta con señalar los riesgos; es momento de exigir soluciones. Porque lo que está en juego no es solo el presente, sino la viabilidad futura de nuestra economía y el bienestar de millones de familias. Defender el empleo formal no puede esperar. Actuar con decisión es la única forma de preservar la esperanza de un México con más oportunidades.