Artículo escrito por Valentina López Hernández , Consejera de la Agenda 2030 | Vía: @Milenio
“Si no puedes explicarlo de manera simple, no lo entiendes lo suficientemente bien”:Albert Einstein. En los últimos años, investigaciones han señalado una alarmante realidad: un alto porcentaje de jóvenes en México carece de afecto, lo cual está directamente relacionado con problemáticas emocionales y conductas delictivas. Este fenómeno, que disocia a los jóvenes de la sociedad y la familia, también se traduce en acceso limitado a educación de calidad y escasa participación en actividades cívicas y comunitarias.
La falta de afecto en el entorno familiar y social crea un vacío emocional que muchos jóvenes intentan llenar de maneras perjudiciales. Estudios del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) muestran que 35 por ciento de los jóvenes mexicanos se siente emocionalmente desatendido, lo que lleva a problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad. Estas condiciones son factores de riesgo para el desarrollo de conductas delictivas. En 2023, el Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna) reportó que 27 por ciento de los jóvenes en conflicto con la ley manifestó haber experimentado falta de afecto en sus hogares.
Según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en 2022, más de 700 mil jóvenes abandonaron la escuela secundaria, una cifra que evidencia la necesidad de políticas públicas efectivas. La creación de escuelas y espacios culturales es una estrategia clave para reducir estos índices de abandono escolar y fomentar la participación en procesos democráticos, voluntariados o cualquier forma de contribución activa a la sociedad. Estos factores son cruciales para el futuro del país, ya que una juventud educada y comprometida es esencial para una fuerza laboral productiva.
En México se estima que hay alrededor de 31 millones de jóvenes entre 15 y 29 años, según datos de Conapo (Consejo Nacional de Población). Sin embargo, el número de instituciones educativas y espacios culturales disponibles es alarmantemente insuficiente para atender esta vasta población. Según el Inegi, en el ciclo escolar 2020-2021 había alrededor de 250 mil escuelas de educación básica y media superior, una cifra que, aunque considerable, no logra cubrir la demanda creciente y las necesidades específicas de esta población joven. En cuanto a espacios culturales, el panorama es aún más desalentador. Según el Sistema de Información Cultural de la Secretaría de Cultura, México cuenta con aproximadamente mil 200 museos y 7 mil bibliotecas públicas. Esta falta de recursos limita el desarrollo de habilidades en los jóvenes, afectando su futura productividad y, por ende, el crecimiento económico del país.
En términos de conductas delictivas, los jóvenes se ven mayormente involucrados en delitos como el robo, el narcomenudeo y la violencia. Según el Inegi, 40 por ciento de los jóvenes detenidos en 2022 estuvo implicado en casos de robo, mientras que 25 por ciento estuvo involucrado en delitos relacionados con drogas, como el narcomenudeo. La violencia, incluidas riñas y agresiones, también constituye un porcentaje significativo. Estas conductas no solo afectan la seguridad, sino que también repercuten negativamente en el ambiente empresarial y la inversión.
Es crucial adoptar un modelo de desarrollo inclusivo que promueva la participación conjunta de la sociedad y los gobiernos. Este enfoque debe centrarse en la prevención, ofreciendo a los jóvenes no solo oportunidades educativas y culturales, sino también un entorno de apoyo emocional y social, a partir de la premisa de que todos los actores sociales tienen un rol fundamental en la formación de las nuevas generaciones. La implementación de espacios seguros y accesibles es vital. Estos deben ser diseñados no solo como centros educativos, sino como núcleos culturales y deportivos donde los jóvenes puedan expresar su creatividad, desarrollar habilidades y encontrar un sentido de pertenencia.
La prevención de la violencia y la delincuencia juvenil a través de un modelo de desarrollo inclusivo no es solo una cuestión de políticas públicas, sino un compromiso social. Es indispensable crear un entorno que brinde educación, cultura, afecto y el apoyo necesario para su desarrollo integral. Solo así podremos garantizar un futuro próspero y seguro para las nuevas generaciones. #OpiniónCoparmex