
Artículo de Opinión escrito por Juan José Sierra Álvarez , Presidente Nacional de COPARMEX | Vía: @MundoEjecutivo
Las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPymes) constituyen el motor esencial de la economía mexicana. En un pías donde el dinamismo productivo depende de la capacidad de transformación de cada actor, estas organizaciones representan la base sobre la que se edifica el progreso. Su contribución, cuantificada en cifras que ascienden al 99% de las unidades productivas, evidencia la importancia de crear un entorno propicio para su crecimiento y competitividad.
El reto para el sector público y privado radica en establecer políticas que impulsen el acceso a financiamiento formal, la modernización tecnológica y la reducción de cargas buro-cráticas. Las MiPymes requieren condiciones que les permitan incorporar innovaciones y vincularse a cadenas globales sin que se vean obstaculizadas por normativas inflexibles. La simplificación de trámites y la implementación de esquemas crediticios adecuados son medidas que favorecerán su desarrollo, evitando que recurran a alternativas onerosas que limiten su potencial.
Asimismo, es imprescindible fomentar la colaboración entre todos los actores econó-micos. El diálogo abierto y la construcción de acuerdos estratégicos posibilitan la creación de redes de apoyo que trasciendan intereses particulares, permitiendo que las MiPymes se consoliden como agentes de cambio y motores de desarrollo social. La integración de iniciativas en materia de asesoría, financiamiento y acceso a mercados se posiciona como una vía para transformar el panorama productivo.
Otro obstáculo fundamental es la inseguridad. El aumento de la criminalidad impacta de manera significativa a dichas unidades de negocio, que carecen de los recursos para enfrentar extorsiones, robos o incluso el cierre forzado de sus negocios. La impunidad y la falta de un Estado de Derecho sólido han convertido a
la inseguridad en una barrera para la inversión y el desarrollo empresarial. Sin seguridad no hay prosperidad, y sin certeza jurídica, el riesgo de operar se eleva exponencialmente.
La generación de un marco normativo claro y flexible es clave para que las MiPymes puedan proyectar su crecimiento a mediano y largo plazo. La coordinación entre instituciones y el sector privado resulta fundamental para diseñar políticas que garanticen la estabilidad y seguridad jurídica, elementos indispensables para la inversión y el fortalecimiento de la economía nacional. Un entorno regulatorio predecible propiciará que estas empresas se conviertan en pilares del desarrollo sostenible.
Pero no podemos hablar del fortalecimiento de estas empresas sin mencionar a los jóvenes emprendedores. En sus ideas está el futuro del pais, y debemos garantizarles las condiciones para innovar, crecer y consolidar sus negocios.
México tiene un potencial extraordinario. Con el nearshoring y la relocalización de cadenas de suministro, tenemos la oportunidad de convertirnos en una potencia industrial y de servicios clave en el mundo. Pero esto solo será posible si fortalecemos a las MiPymes y les damos las herramientas para competir a nivel global.
El compromiso con las micro, pequeñas y medianas empresas es, en esencia, una apuesta por el futuro de México. La implementación de estrategias integrales que fortalezcan la productividad, la innovación y la inclusión permitirá la consolidación de un sistema empresarial competitivo, capaz de responder a las demandas de un mercado globalizado. Esta visión de desarrollo se traduce en beneficios para el empleo, la equidad y el bienestar de la sociedad en su conjunto.
Trabajemos en la construcción de un entorno en el que cada MiPyme tenga las herramientas necesarias para transformar sus desafíos en oportunidades y generar un impacto positivo en el desarrollo del pías.