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Pequeños negocios, grandes cambios: el motor invisible de México

Artículo de Opinión escrito por Juan José Sierra Álvarez , Presidente Nacional de COPARMEX | Vía: @eleconomista

X:@jsierraalvarez

En México, hacer empresa muchas veces implica nadar contra corriente. No porque falte talento o voluntad, sino porque el entorno impone obstáculos que desgastan: permisos que tardan en llegar, trámites engorrosos y la inseguridad que lo pone todo en riesgo.

Aun así, millones de personas abren cada día sus pequeños negocios con la convicción de que salir adelante es posible. Con esfuerzo, creatividad y una enorme resiliencia sostienen no solo sus ingresos, sino el bienestar de sus comunidades. Son fondas, talleres, papelerías, panaderías, empresas familiares: la red viva que conecta barrios, ciudades y regiones.

Sin embargo, no los entendemos lo suficiente. Los agrupamos bajo la misma etiqueta de “MiPyME” como si fueran idénticos. Pero no es lo mismo un micronegocio en un pueblo fronterizo que una empresa de servicios tecnológicos en una metrópoli. No enfrentan los mismos retos ni requieren las mismas soluciones. Esa falta de diferenciación ha sido uno de los grandes errores de la política pública hacia este sector.

Las micro, pequeñas y medianas empresas son el corazón de la economía nacional. Los pequeños negocios generan cerca del 70% de los empleos y representan el motor de transformación social. Sin embargo, solo 254 mil mipymes están bancarizadas; el resto opera con lo que puede. La informalidad no es una opción, sino a menudo la única respuesta ante un entorno que no les ofrece otra alternativa.

Las estadísticas lo confirman: una mipyme que accede a capacitación, innovación y financiamiento multiplica por cinco su productividad y crea cuatro veces más empleo. ¿Por qué, entonces, no hemos logrado hacer de ese acceso una norma en lugar de una excepción? He visto emprendedores rendirse ante la complejidad de un trámite, historias de créditos rechazados por falta de historial y otros caer en manos de prestamistas abusivos. También he presenciado casos inspiradores de negocios que, gracias a un curso o a una alianza, dieron el siguiente paso. Lo que marca la diferencia es el acompañamiento.

No obstante, el financiamiento debe ir acompañado de capacitación y asesoría técnica. Desde Coparmex impulsamos Crece tu negocio, un programa nacional que articula talleres, mentorías y redes de inversión para fortalecer la gestión, la innovación y la digitalización. La experiencia demuestra que quienes incorporan comercio electrónico y métodos de administración modernos logran mayores márgenes y penetran en nuevos mercados. El acompañamiento debe extenderse a todas las regiones, con diagnósticos que identifiquen las necesidades específicas de cada emprendimiento.

Para lograrlo, es imprescindible reducir la carga burocrática y simplificar trámites en todos los niveles de gobierno. La digitalización de procesos debe convertirse en norma, no en excepción, y las ventanillas únicas tienen que materializarse en la práctica, no quedarse en discursos. Asimismo, es necesario garantizar la seguridad y la certeza jurídica, condiciones indispensables para que cualquier inversión, por pequeña que sea, encuentre un terreno firme donde florecer.

El aprovechamiento del nearshoring y la diversificación de mercados son oportunidades que no podemos desaprovechar. México cuenta con ventajas competitivas: ubicación geográfica, mano de obra calificada y un tratado comercial con Norteamérica. Para capitalizar esas ventajas, necesitamos un entorno energético estable, infraestructura moderna y un Estado de Derecho que respalde contratos y sancione a quienes afecten al sector productivo.

La fuerza de México está en su gente emprendedora. El país necesita una visión de largo plazo que valore a los pequeños negocios como un pilar estratégico. Impulsar su crecimiento no es un capricho, es una obligación del Estado. Con voluntad política y compromiso ciudadano, podemos transformar los obstáculos en oportunidades y hacer de México un ejemplo de desarrollo inclusivo y sostenible.

Los pequeños negocios no piden privilegios, piden oportunidades. No buscan aplausos, reclaman herramientas. No ansían subsidios eternos, reclaman condiciones para competir. Lo que está en juego no es solo su permanencia, sino la cohesión social, la economía local y el futuro mismo de millones de familias.

No se trata de proteger a las mipymes por compasión, sino de impulsarlas por convicción. Cuando a los pequeños negocios les va bien, a México también. #OpiniónCoparmex

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