Artículo escrito por Luis Gerardo Pérez Figueroa, consejero delegado de Compromiso Social Empresarial de Coparmex Nacional vía Alto Nivel
Sin duda la pobreza y la desigualdad son los más graves y profundos problemas que tenemos en nuestro país. De acuerdo a los datos del CONVEAL, en 2008 teníamos en México 49.5 millones de pobres, para 2014 teníamos ya 56.3 y en 2018 descendió a 52.4; sin embargo, medido como porcentaje de la población, en 2008 representaban el 44.4%, subió a 46.2% en 2014 y bajó a 41.9%. La última medición disponible del 2020 nos indica que se incrementaron los pobres a 55.7 millones, lo cual representó un 43.9%; es decir, no solo no hemos mejorado, sino lo poco que habíamos avanzado, lo hemos destruido en los últimos 2 años.
Sabemos que la pobreza tiene diversas dimensiones, entre otras la educativa, de salud, la laboral, la de vivienda, etc., y desafortunadamente en la mayoría de esas dimensiones hemos perdido en los últimos años. Por ejemplo, en el acceso a la salud, donde en 2018 el 16.2% de la población tenía carencias y en 2020 subió a 28.2%. El rezago educativo era de 18.5% en 2015 y en 2020 se incrementó a 19.2%.
¿Y por qué estamos así? Las causas, como en todos los problemas complejos, son muchas y de diversas índoles, pero la realidad y la frialdad de los datos refleja años de políticas públicas poco efectivas y tristemente también refleja que, como cualquier otro problema que persiste, no existe un genuino interés de aquellos que con poder y recursos podriamos resolverlo. Primero, tratando de entender sus causas y, después, tomando decisiones y llevando a cabo acciones efectivas y congruentes. Probablemente vemos la pobreza como algo lejano y ajeno a nuestra realidad cercana y cotidana.
Lo que probablemente sí vemos con claridad son las pésimas decisiones de este gobierno de la autodenominada 4T, quien pregona “primero los pobres” y en la práctica es la antítesis de Robin Hood. Hace todo aquello que les afecta en el corto y/o en largo plazo a los que dice defender. La desafortunada secuencia de malas decisiones que les quita a los más desfavorecidos lo que tienen y les “roba” sus perspectivas de futuro. Ejemplos hay muchos: desaparece el Seguro Popular y crea un sistema que no funciona, obligando a acudir a los servicios privados; desmantela un sistema de abasto de medicinas y deja sin abasto suficiente; quita las escuelas de tiempo completo. En suma, una clara falta de interés en invertir en aquello que les procura salud y educación para el futuro, dando prioridad a la obtención de votos y a conseguir el poder a costa de los pobres.
¿Y qué podemos hacer los empresarios? Sin duda expresar nuestro rechazo a las decisiones y acciones que afectan negativamente a las principales dimensiones de la pobreza y exigir su corrección; sin embargo no es todo lo que podemos y debemos hacer. Siempre es más fácil ver la “paja en el ojo ajeno que la viga en el propio”. Nos corresponde antes que nada revisar nuestra propia casa; es decir, la situación de pobreza que pudieran tener nuestros colaboradores. ¿Existe pobreza de empleos entre nuestros colaboradores, es decir tienen un salario digno para cubrir sus necesidades?, ¿Existe pobreza educativa?, ¿Cuántos de nuestros colaboradores no han terminado sus estudios básicos?, ¿Cuántos podrían tener mejor preparación para acceder a puestos mejor remunerados?, ¿Qué podemos hacer para apoyarlos?, ¿Tienen una casa digna?, ¿Cuántos tienen una casa propia? Podríamos pensar que esto no nos corresponde, que le toca al gobierno o a alguien más resolverlo. A la fecha, a la gran mayoría no nos ha interesado hacerlo. ¿De verdad creemos que alguien lo hará?
Hace algunos años en una reunión escuché que alguien dijo la muy trillada frase de “los pueblos tienen el gobierno que se merecen”, y una persona con una mejor visión que el resto dijo: “no, los pueblos tienen gobiernos como son, son un reflejo de sí mismos”. Los pobres eligen gobiernos pobres, de ideas pobres, sin educación, faltos de ciencia, llenos de ideologías y con un gran resentimiento. ¿Suena familiar? Como nunca antes, la cruda realidad nos ha alcanzado y debemos transformar esa realidad, que nos mantiene en un México pobre y dividido.
Es claro que si hay algo que los empresarios sabemos hacer es transformar nuestra realidad, todo el tiempo enfrentamos retos y obstáculos, y siempre encontramos la forma de salir adelante. Hoy tenemos un reto mayor enorme, algo que quizá no habíamos enfrentado antes, el reto de contribuir a un mejor país combatiendo la pobreza desde nuestras empresas. Hagamos nuestra la verdadera consigna de poner a los pobres primero. Ese es el verdadero compromiso social de los empresarios por un mejor México donde nos vaya bien a todos, no solo a unos cuantos. #OpiniónCoparmex