
Artículo de Opinión escrito por Rosa Marta Abascal Olascoaga , Vicepresidenta nacional de responsabilidad social empresarial de la Coparmex | Vía: @Milenio
Cada 8 de marzo, el mundo conmemora el Día Internacional de la Mujer, una fecha que invita a reflexionar sobre los avances logrados en materia de igualdad y los desafíos pendientes. Sin embargo, en medio de las legítimas reivindicaciones, surge una pregunta esencial: ¿hemos perdido de vista la auténtica esencia de lo femenino al abrazar ciertas corrientes feministas contemporáneas?
En 1988, el Papa Juan Pablo II publicó la carta apostólica Mulieris Dignitatem, un documento que profundiza en la dignidad y vocación de la mujer desde una perspectiva cristiana. El texto destaca que hombres y mujeres poseemos una igualdad fundamental, que se manifiesta en una reciprocidad y complementariedad únicas. Esta visión contrasta con ciertas corrientes feministas que, al enfatizar la lucha contra el patriarcado, desdibujan las diferencias y el complemento natural entre ambos sexos.
En el mundo actual, figuras como Cayetana Álvarez de Toledo, Isabel Díaz Ayuso y Nuria Chinchilla han aportado perspectivas críticas sobre el feminismo contemporáneo y el papel de la mujer en la sociedad.
Álvarez de Toledo ha expresado su desacuerdo con el feminismo identitario, que tiende a homogenizar a las mujeres y presentarlas como un bloque monolítico de víctimas. Ha señalado en múltiples entrevistas y conferencias que, en su casa, el victimismo está prohibido, sobre todo porque tiene dos hijas a quienes está formando para ser mujeres fuertes e independientes. Ella aboga por un feminismo que reconozca la individualidad y la libertad de cada mujer, rechazando la colectivización que limita la diversidad de pensamiento y elección. Rechaza contundentemente que un hombre decida por ella, pero también que otra u otras mujeres definan el camino que ella, sus hijas o cualquier otra mujer deben seguir.
Por su parte, Isabel Díaz Ayuso ha cuestionado políticas feministas que atacan a los hombres y promueven una falsa igualdad. Defiende una igualdad basada en oportunidades y en la ley, rechazando la idea de una igualdad absoluta que ignore las diferencias naturales y complementarias entre hombres y mujeres.
Nuria Chinchilla, académica de la Universidad de Navarra, promueve un feminismo sinérgico que busca la inclusión y la complementariedad entre hombres y mujeres. Enfatiza la importancia de la conciliación entre el trabajo y la familia y destaca que la maternidad no debe ser vista como una enfermedad, sino como una oportunidad que enriquece tanto a la persona como a la organización.
Frente a la reflexión de estas tres grandes mujeres, surge la inevitable pregunta sobre lo femenino y lo feminista, y si estas visiones se complementan o, en ocasiones, se contraponen. Mientras que lo femenino resalta las características inherentes a la mujer —su capacidad de dar vida, su sensibilidad y empatía—, lo feminista busca la reivindicación de derechos y la igualdad de oportunidades. Sin embargo, cuando el feminismo pretende uniformar a hombres y mujeres, ignorando sus diferencias naturales, puede caer en una contradicción que desvirtúa la esencia de lo femenino y, por lo mismo, juega en contra de la mujer misma.
En este Día Internacional de la Mujer, es fundamental celebrar los logros alcanzados en la lucha por la equidad, pero también es necesario reflexionar sobre la dirección que toman ciertos movimientos feministas. Es esencial regresar a lo fundamental para proyectar y reafirmar a la mujer tal como ella decida vivir su identidad, reconocer y valorar la complementariedad entre hombres y mujeres, y celebrar las diferencias naturales y las características propias del ser mujer.
La verdadera igualdad no reside en la eliminación de las diferencias, sino en su valoración, reafirmación y respeto. Ya lo ha dicho el Papa Francisco: “El genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social; por ello, se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral y en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes (…)”.
Por ello, más que ser feminista, me declaro profunda defensora y promotora de lo femenino, que es insustituible en la familia, la escuela, la sociedad, el trabajo y el mundo entero. ¿O acaso imaginas un mundo sin mujeres? #OpiniónCoparmex
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