Artículo de opinión de Luis Durán, Presidente de la Comisión de Educación de Coparmex
Twitter: @LuisEDuran2
Actualmente existen profesionales titulados que no encuentran empleo, y muchas empresas presentan dificultades para encontrar el talento adecuado para llenar sus vacantes.
En un reporte reciente sobre el panorama de la educación superior en México, la OCDE señaló que, a pesar de que no hay datos representativos para evaluar las competencias de los egresados en México, algunos signos apuntan a niveles insuficientes, transversales y de disciplinas específicas. El incremento en la calidad de la educación superior ha sido prioridad de políticas públicas, pero los resultados no son satisfactorios. El organismo señala que criterios relacionados con pertinencia de egresados con demandas específicas del mercado laboral no corresponden a mecanismos que deben asegurar la calidad de las instituciones ni con los que deben garantizar la de los programas de estudio.
Claramente existe una brecha entre oferta y demanda. Un eslabón para cerrar este desequilibrio es la educación técnica superior universitaria (TSU). La oferta académica de estos programas está relacionada con requerimientos del sector productivo, porque son áreas donde hay déficit de personal técnico, por lo cual puede ser una buena alternativa para que los jóvenes mexicanos tengan acceso a un empleo de calidad, en sectores con alta demanda.
ProMéxico encontró que el país necesita 1.4 millones de técnicos para cubrir necesidades de los principales sectores productivos y multiplicar la productividad en manufactura, minería, electricidad, gas y agua, turismo, construcción, transporte y comunicaciones. El país se volvería más competitivo, lo que implica mejores salarios, oportunidades y mayor innovación en empresas. Al aumentar las posibilidades de empleo en el sector manufacturero especializado se logra un desarrollo social más equitativo y que los jóvenes tengan alternativa de un plan de carrera con certidumbre en el avance personal y profesional, lejos de la tentación de la informalidad y del crimen organizado.
Para cambiar esta falacia, la educación técnica superior universitaria debe concebirse como de alto valor agregado que complementa al trabajador no calificado y al licenciado o ingeniero. Otros países como Chile, Alemania o Canadá, han demostrado que estos programas representan una opción atractiva para estudiantes que buscan insertarse rápidamente en el mercado laboral y para los que buscan aprender a través de la práctica, además de que algunos programas están desarrollados en convenio con la industria, lo que asegura que las prácticas se realicen en las instalaciones de las empresas y que las competencias adquiridas sean exactamente las que requiere el mercado laboral.
Apostarle al modelo TSU contribuirá a mejorar perspectivas de empleabilidad de jóvenes mexicanos y a satisfacer habilidades requeridas por el mercado. Para ello, difundir las ventajas de estos programas que permitirán una rápida integración a la actividad productiva.