El último trimestre de 2019, se confirmó que México inició una recesión económica. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la contracción de la economía mexicana de aquel año fue de 0.1 por ciento. El Gobierno de la República no tomó ni entonces, ni ahora, decisiones para incentivar el crecimiento del País.
La llegada de la pandemia por el Covid19 en el mundo en marzo de 2020, aunado a un pobre manejo de la política económica, y a la ausencia, en la toma de decisiones eficientes, por parte de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador para soportar la ya de por sí ya minada capacidad de inversión de las empresas, para el primer trimestre de 2020, el mismo INEGI informó de la caída trimestral del 1.6 por ciento del Producto Interno Bruto.
Una de las manifestaciones más evidentes, de este desplome de la economía nacional, y de la impertinencia de las estrategias adoptadas para enfrentar la crisis, es el creciente desempleo.
Más de 685 mil personas se han quedado sin empleo como consecuencia de la crisis económica que se empezó a gestar desde finales de 2019, y se recrudeció en marzo de 2020 cuando, de manera oficial, se decretó el inicio de una cuarentena que ha sido extendida en dos ocasiones, sin acompañarse de estrategias económicas para contener la crisis, y mantener a los generadores de empleo a flote.
En el mundo muchos gobiernos decidieron actuar para que los trabajadores mantuvieran sus empleos, apoyando no solo a los ciudadanos con entregas de efectivo para sacar adelante a la familia, también emprendieron medidas para conservar a las empresas, y que estas, en una etapa insólita de crisis económica, puedan sobrevivir la falta de actividad comercial, para reactivarse exitosamente cuando la dispersión del Covid19 haya sido controlada.
En Canadá, por ejemplo, desde marzo de 2020, el Gobierno invirtió en un programa de subsidios al empleo con el cual cubre hasta el 75% del salario de los trabajadores de micro, pequeñas y medianas empresas que han debido cerrar o han registrado pérdidas durante el aislamiento social decretado en el mundo. Ante la permanencia de la pandemia, la medida la han extendió hasta finales de agosto, en beneficio de los trabajadores y al auxilio de las empresas.
En contraste, el Gobierno de México no ha aplicado medidas eficaces para proteger a los generadores empleo formal, los principales contribuyentes de impuestos y de la seguridad social con la cual, en una limitada estrategia, se ha atendido al creciente número de pacientes de contagio de Covid19.
Debido a la indiferencia del Gobierno de la República para con las empresas, y de acuerdo a la estadística del Instituto Mexicano del Seguro Social, en abril de 2020, se han perdido en el país 555 mil 247 empleos. Lo más alarmante es que si se sigue con este ritmo de pérdida estrepitosa de empleos, para finales de mayo se habrán perdido más de 1.3 millones posiciones de trabajo.
En el mismo sentido, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, (Coneval), afirmó que la pobreza laboral, es decir los trabajadores formales e informales que cuentan con ingresos laborales por debajo de la canasta alimentaria, pasará de 37.3% a 45.8%, lo que significa un incremente del 7.7 puntos porcentuales de la pobreza laboral en México.
Detrás de esta caída en el empleo hay miles de empresa que han debido cerrar definitivamente ante el difícil panorama que enfrentan, entre la indiferencia del Gobierno Federal y las medidas de confinamiento debido a la pandemia. En esas condiciones de desatención, el Instituto Mexicano del Seguro Social registró la baja 6 mil 889 patrones.
Ante este escenario de debacle financiera para los generadores de empleos, resulta urgente que, en los próximos días, el Gobierno Federal cumpla con su misión de proteger el ingreso de las familias mexicanas, a través de la aplicación del Salario Solidario propuesto por Coparmex, que en el mundo se conoce, entre otras acepciones, como salario emergente.
El Salario Solidario es un modelo para que las empresas puedan subsistir, que consiste en en la aportación transitoria por parte del Gobierno Federal, para cubrir un porcentaje de la remuneración de cada trabajador.
A ver, se compone por una contribución solidaria del gobierno, que complementa la aportación primordial del patrón, y en los rangos medios y altos, de una contribución pasiva por del trabajador, de tal manera que la empresa no pierda su liquidez y pueda mantener su plantilla laboral completa.
En los niveles de bajo ingreso, de hasta 3 salarios mínimos, la aportación gubernamental y la de la empresa, serían por parte iguales, lo cual permitiría que el trabajador mantenga al 100% su ingreso.
El Salario Solidario está diseñado con principios de progresividad para proteger en mayor medida a aquellos trabajadores con menores ingresos. Aplicar esta medida es totalmente aplicable para el gobierno federal. El costo del pago de un salario solidario para los trabajadores mexicanos en la economía formal durante tres meses, representa solo el 1.2% del PIB, es decir el 0.4% por cada período mensual.
La medida es además justa: Por sí solos trabajadores y patrones aportan cerca de 7% del PIB por concepto de ISR, ante lo cual resulta razonable, que el Gobierno Federal deje de acumular recursos que aportan quienes participan en la economía formal, y los destine a una media de gran relevancia en la preservación del empleo y del ingresos de las familias.
Pedimos al Gobierno Federal que dejé la avaricia y las ortodoxias a ultranza, para otro momento. Es momento que el Presidente de la República confirme que lo es de todos los mexicanos, que use los ahorros propios o contrate un financiamiento a largo plazo –como se ha realizado en otros países como Alemania- para entregar a 20 millones de personas el #SalarioSolidario.
No es este momento de contingencia sanitaria, uno para atesorar recursos, o invertirlos en obras sexenales. Es la hora de actuar con profundidad en favor de los trabajadores del País, rompiendo la alcancía del Gobierno Federal para evitar más desempleo.
El Ejecutivo Federal dijo que la quiebra de las empresas es cosa del cada empresario. Pero salvar el empleo de millones de Mexicanos si es un asunto del Jefe de Estado y de Gobierno.
Esperamos poder reconocer en el Presidente de la República, una renovada capacidad para la rectificación. Que abandone la indiferencia ante la quiebra de las empresas y abandere la cruzada por la defensa del empleo.
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