Artículo de opinión escrito por José Alberto Castro Vera, presidente del Comité de Política de Coparmex Nacional para El Universal.
Twitter: @joseACV7
La pandemia por el Covid-19 ha sido abrumadora. Para no sentirnos desbordados ante problemas gigantes una manera de abordarlos es “romperlos” en partes administrables de menor tamaño para actuar. Una de esas podría ser ayudar a masificar el uso de cubreboca en la ciudad que vivimos, especialmente cuando la publicidad y la sanción no son suficientes. Para exponenciar resultados necesitamos aprovechar la llamada ciencia del comportamiento humano (behavioural science en inglés).
Dicha especialidad se nutre de diversas ramas como la economía y la psicología, y está encaminada a proveer indicios sobre cómo piensan los seres humanos y cómo alterando su contexto al momento de tomar decisiones se puede tener un impacto en la manera como las personas proceden.1 En suma, es una metodología para mejorar desenlaces.
Esta disciplina ha cobrado tal relevancia que incluso gobiernos la usan. En Estados Unidos el entonces presidente Obama instaló la Oficina de Ciencias Sociales y del Comportamiento en la Casa Blanca con el objetivo de “diseñar políticas gubernamentales y mejorar la efectividad de programas.”2 Y en Inglaterra, la organización Behavioural Insights Team la utiliza para “mejorar servicios y políticas gubernamentales.”3
En la práctica, esta metodología ha sido aplicada en variedad de casos. Uno fue para inhuir en ciudadanos para que redujeran su consumo de electricidad. Para ello, se les envió cartas comparando su gasto con el de sus vecinos y eso provocó cambios en su comportamiento que se tradujo en una disminución de 10% en la demanda. Otro fue para cobrar multas vencidas en el que una oficina de licencias de conducir modificó las notificaciones incluyendo una foto del vehículo del infractor junto con la frase “Paga tu multa o pierde tu auto.” Eso modificó el actuar de los morosos y logró una recuperación de la cartera vencida de la dependencia.4
Regresando al tema Covid-19, diversos estudios arrojaron que países con políticas de uso de cubreboca han tenido menores tasas de muerte.5 Y en México, el exzar de la inhuenza, Dr. Alejandro Macías, señaló que hoy su uso es “de utilidad determinante.”
Adicionalmente, en una reciente conversación con Jason Hreha, exdirector global de Ciencia del Comportamiento Humano, de Walmart, le pregunté cómo podría dicha disciplina ayudar a que un mayor número de habitantes de mi ciudad usen cubreboca. Su primera advertencia fue que si el tema en México estaba politizado, 50% de la población no seguiría las medidas porque se apegaría a otra narrativa. Mi respuesta fue que sí, por múltiples razones: el presidente Andrés Manuel López Obrador no usa cubrebocas en público y ha seguido viajando por el país antes y durante el pico de la pandemia. Además, las señales encontradas entre él y el subsecretario, Hugo López-Gatell, así como las inconsistencias y francas mentiras del segundo, me hicieron responder que sí).
Habiendo dicho lo anterior, para el resto de la población, Jason Hreha me recomendó estas cinco estrategias: (1) proyectar al cubreboca como tendencia social (cool en inglés) con diseños atractivos, usar la marca de equipos de deportes locales, así como realizar concursos de diseño y convocar a celebridades locales para que usen y lancen versiones propias. (2) Subsidiar los cubreboca para que sean accesibles para todos y crear programas de benecencia pública. (3) Usar evidencia social. Reconocer y premiar a colonias con mayor tasa de uso para que las demás lo repliquen. (4) Enfatizar que el no usarlo pone en riesgo a adultos mayores y difundir mensajes emocionales tipo “Protege a tus abuelitos.” (5) Instalar kioskos. Convocar a negocios locales y dependencias a instalar módulos o dispensadores para que las personas que hayan olvidado el cubreboca puedan tomar uno al acceder al camión y a lugares y edicios concurridos. Como ciudadanos, una manera de cambiar la historia ante el Covid-19 es dejar de pensar en términos gigantes (la pandemia) y pensar en términos manejables (como los cubreboca); es dejar de esperar una respuesta federal e involucrarse en ecientar el trabajo municipal. La ciencia del comportamiento humano mejora desenlaces, implementémosla para tener menos contagios y salvar vidas humanas, empezando por las de la ciudad en la que vivimos.
Consulta la liga original en: El Universal, Cómo masificar los cubreboca