Artículo escrito por Lorena Jiménez, Presidenta del Comité de Federaciones Coparmex.
Han pasado ya dos años de aquella multitudinaria marcha del 8 de marzo de 2020, que sería la antesala del famoso “#9M, nadie se mueve” y en donde se calcula, hubo pérdidas por cerca de 30 mil millones de dólares debido a la ausencia de las mujeres en sus puestos de trabajo. El contraste fue evidente y poderoso. Un día llenamos las calles, avenidas y rincones de todo el país y al siguiente las vaciamos.
Han pasado poco más de dos años de aquel escalofriante asesinato de Ingrid Escamilla, que escandalizó al país y que provocó que más mujeres salieran a exigir un alto a la violencia sádica y despiadada en contra de nosotras.
Han pasado dos años y nada ha cambiado. La violencia machista sigue matando a 10 mujeres todos los días en México y la pandemia vino a agravar aún más esta terrible situación, pues se quintuplicaron los casos de violencia doméstica, pues en el hogar, donde se supone tendríamos que sentirnos más seguras, se convirtió en una pesadilla.
Datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) señalan que en 2020, alrededor de 87 mil mujeres fueron asesinadas en todo el mundo, de las cuales, un 58%, es decir cerca de 50 mil fueron ultimadas a manos de sus parejas o incluso familiares. Lo que significa que seis mujeres son asesinadas cada hora por hombres que conocen.
No conformes con la violencia en todas sus expresiones, las mujeres tenemos que enfrentarnos a cientos de retos y brechas laborales, económicas, familiares, sociales y culturales que nos niegan un piso parejo para desarrollarnos. Un ejemplo es que las mujeres tenemos hasta 60% menos de posibilidades de obtener un crédito para proyectos de emprendimiento.
Han pasado dos años y la indiferencia y revictimización persiste en la sociedad, en las autoridades y en las instituciones. Siguen sin darse cuenta de la magnitud de nuestras exigencias.
Por ello, y a dos años de aquella histórica movilización, sigo pidiendo una profunda reflexión sobre la situación de las mujeres en México, en el mundo. No felicitemos, conmemoremos la fecha con diálogos abiertos y claros en nuestros entornos inmediatos como el hogar o las empresas, siendo congruentes.
A los gobiernos, es importante que reconozcan su corresponsabilidad con el tema y que no lo evadan, sino todo lo contrario, lo enfrenten con políticas públicas que atiendan eficazmente todo aquello que daña a las mujeres, empezando por la violencia, para transitar de un gobierno del discurso al gobierno de las acciones, de un gobierno víctima del pasado al gobierno proactivo y de resultados que deje las excusas y las culpas y se ocupe en proteger a las mujeres.
Hoy es un buen día para reflexionar sobre todo lo que representamos para el mundo, pues está comprobado que nuestro aporte es igual o más valioso en la construcción de sociedades más justas, prósperas, sostenibles, sustentables y democráticas.
A dos años de aquel #9M del 2020 nos toca levantar la cara, los puños y hacer que nuestras exigencias sean escuchadas y atendidas, no sólo un día, no sólo un mes, sino todos los días y en todos los lugares.