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Declaración por la Justicia y la Paz en México – Encuentro Nacional de Obispos y Empresarios

“… es juntos, en la fraternidad y la solidaridad, que podemos construir la paz, garantizar la justicia y superar los acontecimientos más dolorosos… Sólo la paz que nace del amor fraterno y desinteresado, puede ayudarnos a superar las crisis personales, sociales y mundiales”. Papa Francisco, 56a Jornada Mundial de la Paz, 2023

 

En el marco de los Foros de Justicia y Paz que se celebran a lo largo y ancho del país, rumbo al Diálogo Nacional por la Paz que tendrá lugar del 21 al 23 de septiembre en la ciudad de Puebla, compartimos la siguiente declaración emanada del encuentro entre algunos Obispos y Empresarios mexicanos, que ha tenido lugar en el ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara.

La incesante y creciente violencia que vivimos a lo largo y ancho del país, las muertes y desapariciones de tantas personas, el impacto del crimen organizado, la migración, la extorsión, la conflictividad social y política, son signos de una crisis que se sigue escribiendo en la postpandemia, que además de afectar la tranquilidad de todos, condicionan nuestro actuar como mexicanos.

En medio de esta atmósfera de desconcierto e incertidumbre y ante la dolorosa situación de descomposición del tejido social, los obispos y empresarios de México estamos llamados a ser promotores de paz, a caminar juntos y a ser agentes proactivos para lograr la justicia que todos anhelamos y a la que tenemos derecho.

El salmo 85 nos recuerda que la “justicia y la paz se besan”, es decir que construir la paz necesariamente pasa por la impartición de la justicia, así como por un Estado de Derecho que sustente y asegure un orden justo para todos sus integrantes, y restablezca las condiciones indispensables de legalidad y transparencia, que nos permitan avanzar hacia una realidad distinta, en un marco donde todos los ciudadanos encuentren la seguridad de sus derechos y obligaciones que los lleven a construir la casa común que deseamos todos.

Estamos convencidos que la educación, así como la multiplicación de oportunidades de formación para todos los sectores de la población, constituyen el principal vector de un desarrollo humano integral, que hace a la persona más libre y responsable, y es indispensable para la defensa y la promoción de la paz. Más aún si está acompañada de un compromiso por promover la cultura del cuidado, que puede convertirse, frente a las fracturas de la sociedad y la inercia de las instituciones, en el lenguaje común que construya puentes y que nos permita vivir en una nueva realidad en

la que se honre la memoria de los cientos de miles de víctimas de la violencia, se exprese nuestra solidaridad a sus deudos, se repare el daño causado y se garantice su no repetición. Por otro lado, nos consta que el empleo digno que brinda las mejores condiciones para los colaboradores de las empresas, es uno de los factores clave para que las sociedades puedan construir la paz. Por ello, crear fuentes de empleo suficientes y bien remuneradas es la principal aportación para que las empresas se conviertan en lugares en los que se respeta la dignidad humana y se contribuye a la vivencia de la paz.

Esta oportunidad de encontrarnos y dialogar sobre las diversas formas de mejorar lo que hacemos, nos motiva para soñar y trabajar, cada uno desde lo que le es propio, y a la vez juntos, por un México y por un mundo mejores, donde podamos desarrollar nuestras vidas y nuestras capacidades en armonía, en paz y sin la sombra del odio, la violencia y la inseguridad.

Hemos escuchado retos puntuales que debemos afrontar, por ejemplo, en materia de leyes; junto con ellos, hemos conocido y compartido prácticas deseables en distintas entidades del país que proponen mejorar las condiciones de seguridad, luchar contra la corrupción y garantizar el cumplimiento de los derechos.

Nuestro encuentro también ha favorecido el diálogo intergeneracional, promoviendo el enriquecimiento mutuo, con la esperanza de continuar el apoyo, el afecto, la creatividad y la sabiduría propia de este intercambio de sueños y visiones que nos llena de esperanza.

Nos comprometemos a impulsar la reconstrucción del tejido comunitario, comenzando por nuestras familias, por los lugares en donde vivimos, las escuelas, las empresas, los espacios de trabajo, las parroquias y las organizaciones de la sociedad civil, promoviendo además, con ánimo, respeto y humildad, la formación en el Pensamiento Social Cristiano.

En Cristo, nuestra paz, los Obispos han refrendado su compromiso como líderes promotores de la paz, junto con los empresarios de México para escuchar, actuar y trabajar de la mano con las autoridades y los ciudadanos, promoviendo la participación de todos en causas sociales de alcance local y nacional, priorizando la cultura y la defensa de los derechos humanos.

Compartimos estos frutos de nuestro encuentro con la sociedad entera, conscientes de que nuestra diversidad nos enriquece cuando ponemos por delante nuestro amor a la patria, en el ánimo de que las generaciones presentes enriquezcan el legado de México a quienes vienen más adelante. El mejor futuro para nuestro país debe cobrar forma cuanto antes, en este presente en el que nos encontramos y en el que tenemos que empezar a actuar.

 

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