Artículo de opinión escrito por Rosa Marta Abascal Olascoaga, Vicepresidenta Comunicación de Coparmex | Vía El Sol de México
Twitter: @rmabascal
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, artículo 49 “El Supremo Poder de la Federación se divide (…) en Legislativo, Ejecutivo y Judicial”, esta estructura limita el poder a fin de impedir el abuso del mismo y como consecuencia garantiza la libertad de todos y cada uno de los ciudadanos… Pero, ¿está en riesgo?
La democracia, sistema político basado en la participación ciudadana, encuentra su salvaguarda en la división de poderes. Este principio, fundamentado en el equilibrio y la autonomía entre los diferentes órganos del Estado, ha sido una piedra angular en la organización política de México.
Desde los tiempos de Aristóteles, hasta las influencias de Cicerón, Tomás de Aquino y más tarde Locke y Montesquieu, la separación de poderes ha sido esencial para evitar el despotismo. Montesquieu, argumentó que la libertad política solo puede existir cuando no hay concentración del poder que facilite y promueva el abuso de poder.
En México, el presidente es jefe de Estado y gobierno, mientras el poder Legislativo se encarga de crear leyes para la protección de las personas y la sociedad y el judicial de vigilar que estas leyes se cumplan.
Tras su independencia, México mostró rasgos parlamentarios, “Los elementos constitucionales” de 1812 y la Constitución de Apatzingán de 1814. Sin embargo, la Constitución de 1824 marcó un giro hacia el presidencialismo. Pero con la dictadura porfirista se reforzó la figura presidencial y la Constitución de 1917 estableció mecanismos para equilibrar la relación entre los poderes.
Cuando otorgamos todo el poder a un solo partido político y este lo delega en un solo hombre, alteramos la división de poderes, el legislativo se subordina al ejecutivo y el judicial queda como único contrapeso. Esta es la situación que estamos viviendo en México y de no virar podríamos retroceder un siglo en materia de libertades.
Distribuir, equilibrar el poder entre el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, nos permite vivir una normalidad democrática que facilita que todos seamos escuchados, que tengamos voz, que contemos en la construcción del bien común.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación juega un papel vital en la defensa de la división de poderes. Ha establecido principios y lineamientos para garantizar esta división evitando la intromisión, la dependencia o la subordinación: que un poder se someta al otro.
Cuando el Ejecutivo instruye al legislativo a aprobar una ley “sin cambiarle una coma”, está atentando gravemente contra el principio fundamental de la división de poderes, subordinando al legislativo, desapareciéndolo de facto.
La esencia democrática de México se refleja en su compromiso con la división de poderes. Pese a las tensiones y desafíos, el país ha mostrado una resiliencia y un deseo de preservar la libertad, la justicia y la representatividad.
Por eso así como hemos defendido al INE, institución que garantiza que sea respetado nuestro voto, resulta esencial defender la división de poderes si queremos seguir viviendo en un México libre.
Estamos iniciando un proceso electoral histórico, reflexionemos a quienes daremos nuestro voto y #PorAmorAMéxico no demos el poder absoluto a nadie. Así todos seremos escuchados, contaremos y construiremos el bien común.
#OpiniónCoparmex.