Artículo de opinión escrito por Lorena Jiménez Salcedo, Presidenta de la Comisión de Inclusión y Bienestar Social de Coparmex | Vía @Excelsior
El Presidente de la República afirmó hace unos días que no existe una estrategia de ataques y presiones contra periodistas de medios nacionales, a propósito de la salida repentina de Azucena Uresti de Milenio Televisión. Achacó a los tiempos electorales las especulaciones e interpretaciones que sus opositores dieron al movimiento de la presentadora y advirtió que dichas suposiciones continuarían. Pero los números parecen estar expresando otra realidad y cada vez más voces, nacionales e internacionales, manifiestan diferentes grados de preocupación por la situación de la libertad de prensa en México.
Dos tipos de censuras golpean hoy a comunicadores, reporteros y medios de comunicación en nuestro país: la de índole política y la delincuencial.
Desde que el Presidente asumió el poder en 2018 a la fecha, al menos 23 periodistas de medios nacionales han sido apartados de sus plumas o micrófonos. Haciendo un recuento rápido, los columnistas y presentadores que han abandonado sus espacios de análisis y comunicación son: Ricardo Alemán, Carlos Loret de Mola, Jorge Ramos, Adela Micha, Carlos Marín, Javier Solórzano, Federico Berrueto, Fernanda de la Torre, Ricardo Rocha, Víctor Trujillo, Ángel Verdugo, Rubén Cortés, Carlos Ramos Padilla , Roberto Blancarte, Guillermo Valdés , Ricardo Gómez, Carlos Alazraki, Sergio Sarmiento, Irma Pérez Lince, Jesús Martín Mendoza, Juan Miguel Alcántara, Pablo Hiriart y Azucena Uresti.
La lista se amplía de manera relevante si incorporamos los medios regionales y locales. Durante este sexenio, cada dos meses se ha inhabilitado, al menos, a una voz (nacional) crítica al régimen actual, más un número relevante de difusores silenciados en las diferentes regiones del país.
No se puede dejar de señalar cómo los enlistados dejaron de colaborar no sólo en su medio más relevante, sino en la mayoría o totalidad de las empresas de comunicación con las que colaboraban, lo que reduce el margen de quien argumenta que son movimientos naturales de capital humano.
Para Reporteros Sin Fronteras (RSF), la censura a periodistas en el sexenio actual es un caso inédito en la historia reciente de México, toda vez que en los gobiernos previos el fenómeno mostró una dinámica de casos aislados, pero desde 2018 se ha convertido en una práctica sistémica.
Según un informe de Artículo 19, en el gobierno de Felipe Calderón se registraron 30 casos de censura a periodistas en todo el país y en el gobierno de Enrique Peña Nieto se tuvo registro de 25 casos.
En comparación con las administraciones anteriores, el gobierno actual ha establecido una dinámica relevante de presiones a informadores, derivado principalmente del estilo de comunicación presidencial y el debilitamiento de instituciones y organismos civiles. Aunque hay que resaltar que esto no se limita a lo federal, sino que también se presenta con los gobiernos estatales y municipales.
La otra realidad que azota a los medios es la del crimen organizado. México es el peor país para ejercer el periodismo. Agresiones, asesinatos, amenazas, intimidaciones y censura son temas que deben sortear los comunicadores.
De acuerdo a RSF, uno de cada tres periodistas desaparecidos en el mundo lo hizo en nuestro país, y un informe del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) deja claro que en México se han documentado, al menos, 40 asesinatos de periodistas desde el inicio de la actual administración, lo que representa un aumento del 80% con respecto al mismo periodo del sexenio previo.
Además de los asesinatos, los comunicadores mexicanos también se enfrentan a un alto nivel de acoso y amenazas. En 2023, Artículo 19 registró más de 2 mil agresiones contra la prensa, incluyendo 500 amenazas, 300 intimidaciones y 200 detenciones arbitrarias.
La libertad de prensa en México es preocupante. La normalización de la violencia contra los medios es un signo claro de retroceso democrático que erosiona la confianza ciudadana y crea una amplia arena para las posverdades.