Artículo escrito por: Gustavo Almaraz Petrie, Presidente del Comité de Estrategia Pública de Coparmex, vía Milenio.
El 2023 y 2024 han despertado grandes dudas entre la industria y la población sobre la manera en la que se van a desarrollar los temas políticos, económicos y de la sociedad civil conforme se acerca el fin del sexenio, ya que hay preocupación de que se trate de dos años de parálisis o estancamiento, en los cuales domine la dinámica electoral por encima de los temas que están pendientes y que deben ser atendidos.
Hay que recordar que 2023 y 2024 son años definitorios en materia económica nacional —la lucha de México contra los altos índices inflacionarios, así como contra los efectos de la posible recesión económica estadounidense y global—; y en asuntos de relacionamiento internacional —el ejercicio de los recién renovados acuerdos comerciales, las expectativas frente al nearshoring y la sustitución de importaciones, el afianzamiento de las relaciones con Estados Unidos tras sus elecciones presidenciales, y el cumplimiento de acuerdos derivados de la Cumbre de Líderes de Norteamérica, entre otros.
En ese sentido podemos pensar que el presente y el próximo año se desarrollarán, en términos generales, de la siguiente manera:
Por un lado, y de forma más inmediata tendrán lugar las elecciones del Estado de México y de Coahuila. Éstas definirán, entre otras cosas, el dominio político rumbo al 2024. Por otro lado, y ya entrados en la segunda mitad del año, dará inicio el arranque del siguiente proceso electoral; es decir, el de la Presidencia de la República. Aquí será relevante la postura del Ejecutivo, cercano al final de su mandato, sobre los distintos temas que han ocupado su agenda, al igual que aquellos que priorice con miras a su sucesión administrativa y de proyecto de gobierno.
De igual manera es importante no perder de vista que en 2024 se llevarán a cabo las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Estas serán de suma importancia para el ejercicio de ciertas políticas internas y bilaterales como las migratorias, comerciales, de combate a la inseguridad y medioambientales. A pesar de que idealmente la cooperación bilateral está regida por mecanismos institucionales, un cambio de gobierno en ambos países siempre implica un reto en lo que se refiere a la alineación de principios y prioridades de administraciones distintas.
Si bien se han señalado los eventos principales, no ha sido con intención reduccionista sino con el fin de destacar los procesos y acontecimientos que tendrán las mayores implicaciones en estos años. En ese sentido, resulta necesario señalar, por ejemplo, la dinámica que podemos esperar en el Congreso: algunas de aquellas iniciativas que hasta el momento habían permanecido en “la congeladora” se verán probablemente reactivadas, o incluso modificadas para alinearse con los discursos de los candidatos presidenciales, y aprobadas. Ello con la finalidad de que los legisladores involucrados concluyan el periodo administrativo con números favorables y calificaciones positivas en el cumplimiento de sus respectivas agendas.
Lo anterior no es necesariamente malo, también puede representar una ventana de oportunidad para la colaboración con la iniciativa privada. El 2023 y 2024 pueden también ser años de diálogo, de revisión y diseño de proyectos, de discusiones, de búsqueda de alternativas y de generación, y fortalecimiento, de distintas alianzas.
Asimismo, no hay que omitir que en estos años también se definirán presupuestos, líneas de acción, alianzas y posibles cambios en la forma en la que opera la actual administración. En ocasiones anteriores hemos observado que conforme se acerca el final de un gobierno se desarrollan dinámicas distintas en materia de colaboración con la industria y para la creación de mecanismos de cooperación. Si bien aún es temprano para saber de qué manera sucederá, es importante considerar que los últimos años suelen traer consigo cambios relevantes que pueden tanto abrir como cerrar espacios de colaboración, dependiendo de la manera en que se piensen los cierres y las transiciones de las prioridades actuales.
De la misma forma tendrá que haber una aceleración en los mecanismos de inversión y relocalización, empezando por el mejoramiento de infraestructuras, tecnológicas y de servicios, las estrategias de combate a la inseguridad, de capacitación de comunidades y de alineación con los mecanismos legales; a la vez que se continúa con las medidas de mitigación inflacionaria y de crecimiento en los distintos indicadores de desarrollo.
Con lo anterior, podrán ver que aún nos queda un largo camino hasta la sucesión presidencial. Mientras tanto hay aún distintos proyectos, desde la óptica del desarrollo socioeconómico nacional e internacional, por consolidar y ejecutar simultáneamente; y, sobre todo, hay una enorme responsabilidad en todos los niveles de gobierno y dentro de la IP para potenciar el crecimiento de la nación en lugar de entorpecerlo en medio de esta vorágine electoral. #OpiniónCoparmex.