Artículo escrito por: Francisco Javier López Díaz, Director General de Coparmex, vía Excélsior.
En los últimos meses se ha mencionado la importancia de conocer y atender el fenómeno del nearshoring, que significa que una empresa traslada una parte o toda su producción cerca de sus clientes principales, y más tomando en cuenta que, a partir de la pandemia y la reconfiguración de las cadenas de suministro, México se ubicó como el segundo socio comercial de Estados Unidos, sólo después de Canadá. Y si sólo consideramos las exportaciones, México exportó 418 mil millones de dólares, de los cuales el 84% fue a la región del T-MEC.
Además, diversos acontecimientos globales, como la guerra comercial de Estados Unidos y China, así como el conflicto bélico en Ucrania, generan incertidumbre en los futuros costos de los energéticos, así como en la presión inflacionaria con miras a una posible recesión global. En este contexto, diversas industrias manufactureras que tradicionalmente se ubicaban en Asia, como los semiconductores y tecnologías de la información, están buscando nuevos lugares dónde reubicarse. Por ejemplo, con base en datos de la Secretaría de Economía, en 2021 se registró un total de 386 millones de dólares de inversión extranjera directa (IED) de China en México. Esto es, 164% mayor al promedio anual de IED de China en los cinco años previos a la pandemia.
Existen diversos elementos para que una empresa vea atractivo (además de estar cerca del mercado más grande del mundo) instalar su planta productiva en nuestro país, por ejemplo, contar con el talento humano que tenga las competencias necesarias para atender procesos productivos de última generación, contar con la energía suficiente a precios competitivos, así como garantizar que no se atentará con el medio ambiente, contar con la infraestructura logística adecuada que, por cielo, mar y tierra, nos garantice ventajas competitivas, y carreteras que sean seguras para trasladar las materias primas y mercancías y, sin duda, tener la regulación y normativas de vanguardia que disminuyan la excesiva tramitología y den la certeza jurídica en cualquier tipo de inversión productiva.
México está en un punto de inflexión trascendente para poder aprovechar el nearshoring como una plataforma que nos ayude a despegar y crecer nuestra economía traducida en empleos de calidad y desarrollo social. Sin embargo, el poder atraer y retener nuevas inversiones productivas requerirá de un concepto que pareciera fuera del actual contexto que vivimos en nuestro país, la colaboración.
La buena noticia es que gobiernos estatales (principalmente en la frontera con Estados Unidos), organismos empresariales, agencias internacionales de cooperación y universidades están iniciando intensos diálogos para construir una agenda que coloque a nuestro país como una opción viable de nuevas inversiones productivas.
Tendremos que insistir a nuestras autoridades federales y legisladores que la cooperación y el diálogo son la clave para asumir, entre todos, una corresponsabilidad de acciones concretas que logre que nuevos inversionistas volteen a ver a nuestro país. Sin duda, son muchos los temas pendientes, pero podríamos iniciar en asumir una agenda energética de vanguardia, un nuevo modelo educativo de calidad, un replanteamiento de la estrategia de seguridad, un plan de infraestructura, así como garantizar un Estado de derecho que respete la división de poderes y la autonomía de las instituciones.
Estos y otros elementos serán necesarios para que podamos ser verdaderamente atractivos a la inversión extranjera, es por eso que sólo con la cooperación del sector empresarial, los tres órdenes de gobierno, las y los legisladores, la academia y la sociedad podríamos visualizar una estrategia de mediano y largo plazos para poder colocar a nuestro país como el más seguro para invertir. Debemos insistir en que, sin cooperación, estamos destinados a seguir en la polarización y, por lo tanto, aislarnos para volvernos observadores de otros países que aprovechan la oportunidad del nearshoring. #OpiniónCoparmex.