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Feminismo sinérgico

Artículo escrito por Rosa Marta Abascal Olascoaga, Vicepresidenta de Comunicación de Coparmex vía ME Mujer Ejecutiva

Twitter: @rmabascal

Como mujer he enfrentado un reto en mi vida, ser madre de tres hijos y a la vez tener que trabajar para darles todas las oportunidades que quería darles.

La vida me había puesto en una situación complicada. ¿Podía ser una buena madre quedándome en casa para atenderlos y no dejarlos solos? ¿O ellos necesitaban otro modelo de mujer que además les abriera otras posibilidades en la vida y les diera ejemplo de lucha y de superación?

Parte de mi reflexión incluía que tenía la responsabilidad de formar a tres varones. ¿Qué quería yo enseñarles sobre el “ser mujer” a ellos? Entonces decidí que quería formar hombres que vieran en la mujer a otra como ellos, con igualdad de derechos y oportunidades, complementarios en sus diferencias de “ser mujer” y “ser hombre”.

Y es que hablar solo de feminismo desde mi punto de vista, es quedarnos cojos. Por supuesto que valorar el papel de la mujer, por el simple hecho de ser mujer es un tema crucial. Cualquier ámbito social sin la participación de mujeres es miope e incompleta… pero si reflexionamos, lo mismo sucede si falta el hombre.

Comencé a profundizar y llegué a la conclusión de que le feminismo a secas ya no era lo que yo buscaba, pues se estaba decantando por una ideologización y confrontación “contra el hombre” o en el mejor de los casos “sin el hombre”, que, en lugar de exaltar la feminidad, las capacidades de la mujer y la libertad de esta, nos hacía menos libres y nos limitaba.

Recuerdo la expresión de una amiga cuando en una reunión le preguntaron cómo se había “liberado”. De alguna forma ella había decidido salir a trabajar lo cual había empujado a que su matrimonio acabara y se quedara ella con dos hijos que mantener. Su respuesta nos dejó a todas heladas: “¿Liberado? Trabajo triple jornada, el papá se desentendió de mis hijos, yo tengo que trabajar para llevar el pan, hacerla de mamá de dos y además tengo que limpiar todo, hacer comida y lavar ropa… en serio, ¿liberado?”.

¿Entonces? Si la palabra feminismo en la construcción de una sociedad me quedaba corta porque no abarcaba la inclusión, la diversidad y el trabajo en equipo con el varón, ¿qué hacer? Me encontré en el camino el concepto de “feminismo sinérgico” promovido por Nuria Chinchilla, esposa, madre y abuela, profesora del IESE y un referente en la promoción del liderazgo femenino en España y en Europa.

Sin duda las mujeres sí podemos lograr todo, ser madres y empresarias, conozco a muchas mujeres ejemplares en ese sentido. Se puede lograr cuando tenemos las prioridades claras, cuando tenemos una agenda ordenada, cuando destinamos tiempos para lo importante, cuando diferenciamos los horarios laborales y familiares, cuando comprendemos que el marido es nuestro mejor complemento, cuando hacemos sinergia con él, así como con los hijos.

Las mujeres somos el centro de nuestras familias y las familias son la célula básica de la sociedad, por lo mismo el centro de la sociedad. Entonces, las mujeres somos agentes que impulsamos el desarrollo de personas que provocan que la sociedad sea productiva, sostenible y feliz. Pero esto solo se logra si hombres y mujeres, mujeres y hombres, entendemos que en la jerarquía de valores primero es la familia, luego la empresa y luego el resto de los ámbitos sociales.

Un feminismo sinérgico entonces, por supuesto que busca que la mujer aporte a la vida de forma integral, pero también busca que haya una conciliación “familia – trabajo” que integre la vida como un todo. El trabajo y la familia no son ámbitos contrapuestos, al contrario, se enriquecen mutuamente.

Hoy, como empresaria, estoy convencida de que uno de los grandes retos que tenemos es poner al centro de nuestra misión en las empresas a la familia. De esta forma, mujeres y hombres se comprometerán sinérgicamente en el fortalecimiento de ésta, con las innumerables repercusiones positivas que permearán en la empresa y en la sociedad… este es solo un paso del feminismo sinérgico por el que pugno.

 

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