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Gobierno Pobre

Columna escrita por Lorena Jiménez Salcedo Presidente de Coparmex Querétaro

Leí con mucho interés un artículo de Antony Blinken publicado recientemente en el NYTimes, que evaluaba las fortalezas que han permitido al gobierno americano afrontar con éxito las muy variadas crisis que han tenido las administraciones de ese país en los pasados 25 años.

Para Blinken han existido tres factores que determinan la habilidad de un presidente y su gabinete para sortear con éxito situaciones complejas. Las denomina las 3P: las personas, los procesos y las políticas públicas.

Las personas y su experiencia, creatividad y asertividad para asesorar de manera adecuada al presidente dotándolo de buenas ideas y disuadiéndolo de las malas. Los procesos que ponen en perspectiva esas ideas, creando un debate fundamentado sobre lo que se asume como una “buena idea” y que evalúa el impacto desde diferentes perspectivas. Y las políticas que permiten aterrizar e implementar exitosamente dichas ideas en una visión programática que unifica a la administración en un sentido coordinado.

De acuerdo al autor, la administración Trump carece de esos tres elementos y ello eleva costos y riesgos para la acción política del gobierno americano. Para el caso mexicano, y a 100 días de nuevo gobierno, la comparación es obligada. ¿Cuáles de las 3P tiene la administración de López Obrador?

Los nombramientos del gabinete fueron la primer cuestión nacional. En un artículo de diciembre pasado, Pablo Hiriart lo llamaba “de segunda división”, pues imperaban en el primer círculo presidencial gente en retiro o de la academia sin experiencia pública alguna y era marcada la ausencia de personajes relevantes y brillantes de la izquierda mexicana. Luego vinieron los segundos niveles y ahí la bomba estalló. Desde los malogrados nombramientos de modistas en el Conacyt, pasando por el titular de un Fondo de Cultura Económica que se expresaba con un “se las metimos doblada”, las modificaciones legales necesarias para meter en el SAT un perfil afín al ejecutivo o, recientemente, las muestras de amplio desconocimiento de los temas energéticos por parte de los nuevos comisionados de la CRE. Como corolario circula un video de la senadora por Tamaulipas, Guadalupe Covarrubias, quien asistiendo a un evento del Plan Nacional de Desarrollo muestra total desconocimiento de la temática de energía que se va a tratar en dichas mesas. ¿Son esos perfiles los que dotarán durante 6 años al presidente de buenas ideas? Definitivamente no lo creo. Más cuando existe una batalla frontal del ejecutivo contra perfiles técnicos preparados durante años que en la retórica presidencial son desechables por ser parte de un viejo sistema que debe ser desterrado.

En cuanto a los procesos tenemos innumerables casos en los que este nuevo gobierno ha demostrado serios y consistentes fallos. No existe una evaluación de impacto, ni controles, ni análisis FODA que sustenten una planeación meticulosa de esas “buenas ideas” que salen desde la oficina presidencial. Lo mismo se cancelan aeropuertos, guarderías infantiles, refugios para mujeres maltratadas, organismos de promoción económica, se cierran ductos o se duda en ejercer el poder del estado para disuadir a un pueblo que se baña en gasolina. El proceso es la ocurrencia que parece arrebato, el cual no evalúa otras variables de impacto y parece no aceptar retroalimentación.PUBLICIDAD

Por último, la política pública también nos queda a deber, pues las señales son constantemente contradictorias y ello genera la desalineación del gabinete, de sus acciones diarias y de sus metas de largo plazo. No hay políticas a darles seguimiento, ni mecanismos o calendarios de implementación. No hay una visión transversal de la administración que integre los esfuerzos de las diferentes instituciones gubernamentales en un mismo plan.

En conclusión, a 100 días del nuevo gobierno no existen las 3P que nos blinden de inestabilidad e incertidumbre y por el contrario pareciera que tenemos un gobierno alto en popularidad pero pobre. No pobre como austero, sino pobre en habilidades para gobernar, pobre en recursos, pobre en sentido de urgencia, en capacidad de anticipación y adaptación. Pobre en muchos sentidos, menos en uno muy relevante: en esa habilidad que sí ha demostrado de saber infringirse sus propias heridas.

Columna publicada en el Diario de Querétaro: http:// https://cpmx.me/2Hx4JXA

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