
Artículo de Opinión escrito por Juan José Sierra Álvarez , Presidente Nacional de COPARMEX | Vía: @MundoEjecutivo
Hoy, miles de micro, pequeñas y medianas empresas en México carecen de espacios efectivos para dialogar con los sindicatos. Esta ausencia de interlocución impide que se generen acuerdos sólidos que impulsen la productividad y protejan los derechos laborales. Reconocer que el diálogo social no es un lujo, sino una estrategia indispensable para fortalecer nuestro tejido productivo, es el primer paso hacia un cambio real.
El diálogo social no debe limitarse a reuniones de protocolo. Debe entenderse como un proceso vivo que convoca a gobierno, trabajadores y empresarios a sentarse, en igualdad de condiciones, dispuestos a escuchar, ceder y construir consensos. Solo así reduciremos la conflictividad, aumentaremos la competitividad y sentaremos las bases para un México más próspero.
Hace más de treinta años, la Nueva Cultura Laboral demostró que la colaboración entre sindicatos, empresarios y gobierno transformó un país con huelgas prolongadas y banderas rojinegras en un país con paz laboral y estabilidad. Ese espíritu de corresponsabilidad debe renovarse ante los retos de la digitalización, la globalización y la necesidad de transitar hacia una economía de mayor valor agregado.
El pasado diciembre, durante la defensa de la reforma al INFONAVIT, vivimos un momento inédito: empresarios y líderes sindicales se sentaron a dialogar y juntos acordaron puntos irreductibles para proteger los ahorros de los trabajadores. Fue la prueba de que, cuando dejamos de lado los antagonismos y enfocamos en objetivos comunes, podemos presentar una sola voz frente al Congreso y la Secretaría de Gobernación.
Esa experiencia demostró que el diálogo social, más que un mandato legal, es una apuesta por la transparencia y la rendición de cuentas.
Aprendimos que las soluciones prácticas, desde la supervisión de una filial constructora hasta la preservación de direcciones sectoriales, sólo surgen cuando hay confianza y un compromiso compartido.
Hoy, más que nunca, necesitamos institucionalizar esos aprendizajes. No basta con convocar mesas ocasionales; debemos abrir espacios permanentes de diálogo social que reflejen la diversidad de nuestras MiPymes.
Sólo así podremos diseñar programas de capacitación alineados con la realidad local, adaptar la seguridad social al tamaño de cada empresa y articular mecanismos de financiamiento colectivo que funcionen en la práctica.
El gobierno federal y los gobiernos estatales tienen la responsabilidad de facilitar esta dinámica: simplificar trámites labora-les, ofrecer incentivos fiscales y garantizar la transparencia en la asignación de recursos. Al mismo tiempo, los sindicatos deben ampliar su visión para incluir a los pequeños patrones, ofreciendo asesoría técnica y jurídica que permita formalizar unidades productivas y mejorar las condiciones de empleo.
La solidez de México se construye cuando empresarios y trabajadores convergen en objetivos compartidos. Un entorno de diálogo social real atrae inversiones, reduce la rotación laboral y potencia la innovación. Las experiencias internacionales confirman que los países con tripartismo efectivo superan mejor las crisis y sostienen tasas de crecimiento más estables.
Nuestro compromiso en Coparmex es con-tundente: impulsar el diálogo social como pilar de la Nueva Cultura Laboral. Sabemos que no existen soluciones mágicas, pero sí hay rutas probadas que surgen del intercambio sincero y constructivo. El futuro de nuestras
MiPyMEs, de nuestros trabajadores y de México mismo depende de nuestra capacidad para escuchar, acordar y ejecutar juntos.
Es tiempo de transformar el diálogo social en el motor que impulsa un crecimiento inclusivo y sostenible. Al fortalecer la comunicación y la corresponsabilidad entre todos los actores, consolidaremos un país más justo, próspero y competitivo.