
Artículo de Opinión escrito por: Armando Zúñiga Salinas | Vicepresidente de Comunicación de Coparmex Nacional | Vía: @Excelsior
La primera revisión del T-MEC definirá el rumbo de México en un entorno marcado por la competencia global, el nearshoring y la integración regional.
La primera revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ya está en marcha. Lo que comenzó como una agenda técnica se ha convertido en un momento geopolítico decisivo para México. Esta revisión marcará el rumbo de nuestra inserción internacional en un entorno definido por tensiones comerciales, competencia global y nuevas coordenadas en materia de seguridad.
En el arranque de las consultas están sobre la mesa las reglas de origen, la reducción de barreras arancelarias y no arancelarias, el impacto de la competencia china y la necesidad de fortalecer cadenas productivas regionales. Estados Unidos busca limitar triangulación de insumos asiáticos; Canadá busca consolidar sus industrias estratégicas; y México debe demostrar que puede ofrecer certeza jurídica, seguridad y condiciones competitivas para la inversión.
La coyuntura está marcada por señales de alto nivel. La visita de Marco Rubio puso el acento en la cooperación para la seguridad como variable económica central. Esperamos que la presencia del primer ministro de Canadá refrende la voluntad de avanzar en una visión trilateral. México respondió, por su parte, con aranceles a importaciones de China y otros países, enviando el mensaje de que protegerá sectores estratégicos y que no será plataforma de triangulación, avanzando hacia políticas comerciales comunes en Norteamérica.
México debe dimensionar lo que significa formar parte de este bloque. Desde la entrada en vigor del T-MEC en el 2020, nuestras exportaciones a Estados Unidos y Canadá crecieron 75 %, lo que confirma que la región es motor de empleo, inversión y tecnología.
La revisión del T-MEC también debe ser una oportunidad para actualizar los capítulos del tratado. México puede proponer mejoras en comercio digital, inteligencia artificial, propiedad intelectual y certificación laboral. La visión geopolítica exige pensar en cadenas de valor norteamericanas, integradas, no fragmentadas.
Es necesario pensar en el valor agregado regional, identificar sectores que fortalezcan cadenas de suministro trilaterales y consolidar la industria mexicana en las áreas que pueda consolidarse como un proveedor confiable.
Pero el tratado solo puede rendir frutos si México fortalece sus cimientos. La productividad, la innovación, la infraestructura y la formación de talento son la base de la competitividad. El fenómeno del nearshoring ofrece una oportunidad histórica para atraer inversiones, pero aprovecharla requiere entornos laborales modernos, seguridad pública efectiva y combate al crimen organizado en sus estructuras operativas y financieras. Asegurar corredores logísticos, recuperar zonas productivas y garantizar certeza jurídica son condiciones indispensables.
Un punto estratégico es la integración laboral. México debe impulsar acuerdos formales que permitan la incorporación de trabajadores mexicanos en la economía estadounidense bajo condiciones legales y productivas. La movilidad laboral no puede seguir fuera del marco institucional, es un activo estratégico para la competitividad regional, que dignifica al trabajador y fortalece la integración.
Por su parte, la diplomacia empresarial debe estar a la altura, debe ser proactiva, estratégica y corresponsable. En este esfuerzo, COPARMEX ha impulsado una agenda activa con Estados Unidos, Canadá, Europa y Japón. La reciente gira empresarial a Ottawa reafirmó el compromiso de construir alianzas que fortalezcan la inversión, abran nuevos mercados y consoliden cadenas de valor regionales. En reuniones de alto nivel, se ha explorado la cooperación en energía, minería y agroindustria, así como la promoción del nearshoring y la articulación de una visión compartida de Norteamérica.
Para avanzar en esta agenda, es indispensable despejar el entorno comercial. Es necesario avanzar en el desmantelamiento de las barreras arancelarias y no arancelarias que aún obstaculizan el comercio con nuestros principales socios. Estados Unidos ha señalado más de 50 preocupaciones específicas, que van desde normativas sanitarias y etiquetado técnico hasta trámites excesivos, demoras administrativas y restricciones en propiedad intelectual. Abordar estos puntos es esencial para evitar tensiones en la revisión del T-MEC y para consolidar una inserción competitiva en los mercados de América del Norte.
La revisión del tratado será una prueba de madurez institucional. Demostrar capacidad para construir relaciones de largo plazo con congresistas, gobernadores y sectores industriales en Estados Unidos y Canadá. Significa que podemos transmitir certidumbre, confianza y liderazgo en un contexto global de incertidumbre.
México tiene la oportunidad de convertir la proximidad geográfica en una alianza estratégica basada en confianza, cooperación y objetivos comunes. Si actuamos con visión, podremos extender el T-MEC por 16 años más, fortalecer la competitividad regional y, al mismo tiempo, abrir nuevos mercados en Europa, Asia y América Latina.
La revisión no debe asumirse como una amenaza, sino como la oportunidad de dar certidumbre a las inversiones, integrar a millones de trabajadores y posicionar a México como socio confiable.