
Artículo de Opinión escrito por Hector De La Miyar Garza | Presidente de la Comisión Nacional de Desarrollo Regional, Fronterizo y Portuario | Vía: @elsolde_mexico
Disminuir la pobreza en nuestro país, ¿es responsabilidad solo del gobierno o un compromiso de todos? Para reducir la pobreza en México necesitamos dejar de asumirnos como víctimas y comenzar a trabajar unidos, como un mismo equipo. No podemos refugiarnos en ilusiones, sino al contrario, debemos cerrar filas, apoyarnos mutuamente y dejar de lado la envidia y el protagonismo para construir juntos un México grande.
En México, el gobierno federal aplica programas sociales para combatir la pobreza, como la Pensión para el Bienestar de Adultos Mayores, las becas universales y apoyos para mujeres y productores agrícolas. Entre ellos destaca Producción para el Bienestar, que apoya a pequeños y medianos productores. Estos programas forman parte del Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2025-2030, que busca mejorar las condiciones de vida y reducir la desigualdad.
¿Y nosotros, como empresarios, qué debemos hacer? Debemos apoyar el talento de la persona que conozcamos y que reúna habilidades destacadas y distintas a las nuestras, que lo conduzcan al éxito y a una mejor calidad de vida. Es así como se lograría salir de la pobreza mental, del desánimo y la frustración.
Para vivir, la persona no debe resignarse únicamente a recibir los apoyos de los programas sociales entregados por el gobierno. Los apoyos son eso: apoyos para solventar ciertos gastos del mes, nunca para cubrir todo el gasto de la familia, porque el trabajo dignifica y hace sentir útil a la persona.
Los emprendedores de reciente ingreso al mundo de los negocios y las MiPyMEs requieren acompañamiento en varios niveles para el desarrollo de la empresa: asesoría, financiamiento y también orientación moral.
El emprendimiento en México: 57.7% de negocios son familiares y 43.3% independientes, según la Asociación de Emprendedores de México (ASEM). El 39.6% se dedica a servicios, 36.1% a productos y 24.3% combina ambos.
Las pequeñas y medianas empresas son el corazón de la economía.
Pero el entorno que enfrentan los emprendedores en nuestro país no es sencillo, porque la inflación sigue siendo un desafío que afecta los costos operativos. Además, la presión económica dificulta el acceso al crédito para las Pymes. Ante esta realidad, es indispensable un acompañamiento, si no de expertos, al menos de conocedores en la materia, porque ayuda mucho contar con un aliado en quien confiar.
Hoy no basta un buen sueldo, prestaciones y beneficios. Se requiere compromiso firme de ambas partes: pertenencia a la empresa y no abusar, ni colaboradores ni patrones.
La independencia de un empleo, aun bien remunerado, atrae al emprendedor a coronar un sueño con negocio propio, muchas veces sin considerar la economía formal. Ahí surge el desánimo, que puede llevar a la informalidad.
Debe ser un círculo virtuoso: cumplir los compromisos con calidad, en tiempo y forma, con lo que el negocio ofrece al cliente. De esta forma se tendrán ventas, se contará con una cartera de clientes cautiva, habrá utilidad para costear las prestaciones y beneficios que ofrece la empresa al colaborador y así se generará una economía activa. El colaborador tendrá trabajo seguro y dejará de depender de los programas sociales que, en gran medida, merman el desarrollo y la productividad del país.
No todo es aumentar sueldos ni solicitar apoyos sociales. Se trata de dignificar al individuo creando en la empresa un ambiente de trabajo proactivo, para que cuide su empleo y al cliente. También de saber economizar en el hogar.
Es una lucha compartida, es una lucha de todos.