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Las nuevas grandes tendencias económicas.

Artículo escrito por: Luis Duran Luján, Presidente del Comité de Difusión Coparmex, vía El Universal.

En estas últimas semanas todos hemos escuchado con preocupación los pronósticos de muchos expertos que hablan de una posible recesión el próximo año. También hemos visto cómo en los últimos años de pandemia, de crisis en las cadenas de suministros y de la invasión Rusa a Ucrania, la economía mundial ha sido alterada como pocas veces en la historia moderna del mundo. Estos retos sin precedente nos presentan situaciones que seguramente harán que la posible recesión que se pronostica tenga características que no hemos visto en el pasado.

Para entender mejor lo que podría esperarnos en los próximos meses, vale la pena consultar lo que dicen los expertos. Específicamente hay un importante economista que ha visto señales de advertencia durante muchos meses y que dice que esta posible recesión no es como otras del pasado. Se trata del economista Mohamed El-Erian, anteriormente director ejecutivo de la financiera global PIMCO, quien también presidió el Consejo de Desarrollo Global del ex presidente Barack Obama y ha escrito varios bestsellers económicos.

Uno de los postulados más importantes de El-Erian es que la tendencia a ver los desafíos económicos como temporales y rápidamente reversibles, debido a todos los cambios estructurales en la economía mundial, es incorrecta. Según este economista, el mundo no solo se tambalea al borde de otra recesión, sino se encuentra en medio de un profundo cambio económico y financiero. Hace referencia a la teoría económica de que una recesión ocurre cuando un ciclo económico alcanza su punto final natural y antes de que el próximo ciclo realmente despegue, pero según su teoría esta vez no será un giro más de la “rueda económica”, ya que ve que el mundo experimenta cambios importantes que durarán más que el ciclo económico actual.

Para sostener su argumento resalta tres tendencias que sugieren que se está produciendo una transformación profunda y duradera en la economía global.

La primera tendencia transformacional, dice El-Erian, es el cambio de una demanda insuficiente a una oferta insuficiente. El segundo es el fin de la liquidez ilimitada de los bancos centrales. Y la tercera es la creciente fragilidad de los mercados financieros.

El primer cambio fue impulsado por los efectos de la pandemia, comenzando con la interrupción de todo el sistema productivo y el estímulo de muchos gobiernos del mundo, lo que en efecto fueron enormes donaciones,  que provocaron aumentos repentinos de la demanda muy por delante de la oferta.

Sin embargo, a medida que pasó el tiempo,  quedó claro que el problema del suministro surgió también de la invasión rusa de Ucrania que resultó en sanciones y tensiones geopolíticas, junto con una escasez generalizada de mano de obra provocada por la pandemia. Todos hemos visto cómo en los últimos dos años hemos tenido escacez en prácticamente todas las industrias y productos del mundo, desde un jabón o cereal, hasta automóviles y celulares.

Todas estas grandes interrupciones en las cadenas de suministro dan paso al “nearshoring”, como ya lo hemos comentado ampliamente en esta columna. Esto implica un cambio fundamental en la naturaleza de la globalización. La liquidez limitada es un poco más compleja y también tiene que ver con la fragilidad de los sistemas financieros mundiales.

Todo esto, debido a dos circunstancias: Una, que los mercados financieros se han acostumbrado a que los bancos centrales del mundo inyecten dinero para proteger las economías más grandes. La otra, que una parte significativa de la actividad financiera global se ha inundado de capital privado y  fondos de cobertura, que son entidades menos reguladas. Estas tendecias ocurren en un momento en el que, según El-Erian, los bancos centrales están alterando fundamentalmente su enfoque.

En lugar de enfrentar su dilema normal, cómo reducir la inflación sin dañar el crecimiento económico y el empleo,  ahora el mundo enfrenta un trilema: cómo reducir la inflación, proteger el crecimiento y el empleo y garantizar la estabilidad financiera.

Es evidente que nadie hubiera podido pronosticar estos grandes cambios en las economías del mundo. En el futuro, estos cambios significan que los resultados económicos serán más difíciles de predecir. Los riesgos son significativos.

En estos tiempos difíciles e inciertos, la política económica tiene una vez más un papel crucial que desempeñar: un mayor endurecimiento de la política monetaria es esencial para combatir la inflación, y el apoyo a la política fiscal debería ser más específico y temporal. Un enfoque renovado en las políticas estructurales permitirá a los responsables de la formulación de políticas fomentar el empleo y la productividad, así como hacer que el crecimiento funcione para todos.

En otras palabras, está en nuestras manos superar esta crisis. Y si elegimos emprender el conjunto correcto de políticas, sin duda aumentaremos nuestras posibilidades de éxito.

 

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