Articulo de Opinión escrito por Francisco J. Ruíz López, Presidente del Comité Coparmex Digital | Vía Milenio
Twitter: @PacoRuizL
México, ese adolescente lleno de energía, de posibilidades, y en plena etapa de crecimiento. Su reflejo en el espejo le muestra un futuro de adulto responsable, libre e independiente que podría llegar a ser. A su alcance, yace una oportunidad excepcional: el libre mercado, las tecnologías emergentes y la imparable evolución de la inteligencia artificial.
Nuestro país, consciente de su atractivo –una privilegiada geografía, rica herencia cultural y lazos históricos con el titán de la economía mundial, Estados Unidos– se encuentra en un dilema. Como la adolescente que se desarrolló más rápido que sus compañeras, hay una cierta presunción de ventaja, pero ¿es suficiente? ¿Podemos competir en las grandes ligas del nearshoring, no sólo en la manufactura, sino también en el Neartalents, es decir servicios, particularmente tecnológicos?
Con la firma del Tratado de Libre Comercio, México ya tuvo una probada del fruto de la oportunidad; ahora las circunstancias postpandemia parecen darle un segundo momento propicio: el nearshoring. Este término, primo del offshoring, que es lo mismo pero que se refiere a empresas e inversionistas por reubicar sus operaciones en países cercanos, tanto geográficamente como culturalmente.
México no puede conformarse con ser simplemente atractivo debido a su proximidad y bajo costo. Se trata de hacer lo que nos corresponde, pero al tiempo que sabe que esto es posible, se ve constantemente acosado por un “bully”, una figura antagonista que, en lugar de guiarlo por el camino del crecimiento, parece obstinadamente comprometida a obstruir su desarrollo. Ese “bully” es el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, cuyas políticas suelen parecer impulsadas más por resentimientos personales que por una visión clara del futuro del país.
El Informe de Atracción de Inversiones 2022 de la UNCTAD nos posiciona como un importante destino para la relocalización de operaciones de fabricación. No obstante, para aprovechar plenamente estas ventajas y convertir el nearshoring y los “neartalents” en auténticas oportunidades de crecimiento y desarrollo, necesitamos superar obstáculos significativos, muchos de los cuales son internos.
Nuestro objetivo debe ser más ambicioso que ser simplemente un vecino conveniente y económico. Tenemos que facilitar la inversión, mejorar la certidumbre jurídica, proporcionar acceso a financiamiento para nuestras empresas y emprendedores y convertirnos en proveedores de estas multinacionales. Necesitamos mano de obra altamente calificada, capaz de dominar idiomas como el inglés y, por qué no, el chino, mientras reducimos la brecha digital y ofrecemos servicios eléctricos y de telecomunicaciones competitivos.
Lamentablemente la realidad actual está lejos de este ideal. El “bully” gubernamental ha generado un clima de incertidumbre e inseguridad que desalienta la inversión. Las empresas evalúan a México tanto por su bajo costo y cercanía, como por sus riesgos.
Un país con el potencial de México debe aspirar a ser innovador, creador de patentes, impulsado por avances en vacunas de ARN, robótica e inteligencia artificial. Para alcanzar este objetivo necesitamos abordar los problemas de seguridad, fomentar una sólida cultura empresarial y avanzar hacia una sociedad bilingüe. La educación, la infraestructura y un marco regulatorio favorable son elementos esenciales.
El país tiene el potencial de ser el protagonista en nearshoring y neartalents, siempre y cuando se mueva al ritmo correcto y supere sus desafíos. Pero no nos equivoquemos, la belleza adolescente de México no es suficiente. Necesitamos crecer, madurar y convertirnos en un país adulto, y eso es tarea de todos ¿Estamos todos tomando nuestra responsabilidad?