Artículo escrito por Gerardo Trejo Veytia, Secretario General de Coparmex vía El Universal
El gobierno de la llamada cuarta transformación (4T), está instaurando en México un régimen populista, que polariza y divide a la sociedad entre “el pueblo” y “sus enemigos”; eliminando el pluralismo, indispensable en las democracias.
Algunos de los supuestos enemigos del pueblo son: los neoliberales, los conservadores, la mafia del poder, los empresarios rapaces, los extranjeros colonialistas, las elites y la clase media aspiracionista.
La estrategia de polarización populista puede resultar efectiva para ganar elecciones y mantener la base de apoyo del Presidente de la República, pero resulta muy perjudicial para la economía y bienestar general, ya que daña de forma importante la confianza para la inversión y la generación de empleos formales.
La narrativa populista culpa de todos nuestros males a los “enemigos del pueblo” y propone soluciones simplistas para enfrentar los principales problemas que nos aquejan: abrazos no balazos; barrer la corrupción de arriba hacia abajo; no robar, no mentir y no traicionar al pueblo, etc.
Un discurso simplista y polarizante puede resultar válido en una contienda electoral y es común escucharlo en candidatos a puestos de gobierno o de representación popular; pero una vez concluidas las campañas, y que se accede al poder, se debe gobernar para todos, implementando políticas públicas efectivas.
Resulta muy preocupante escuchar al Presidente de la República todas las mañanas con un discurso polarizador, que divide en lugar de unir, cuando lo que se necesita es construir un clima de seguridad, paz y concordia entre todos los mexicanos. Urge restaurar la confianza perdida.
La polarización política y social ha llegado al extremo de tachar de “traidores a la patria” a las diputadas y diputados que se opusieron legítimamente a la reforma eléctrica, por considerar que no conviene a nuestro país. Este clima de crispación tiene que parar y se deben respetar los derechos y libertades de los legisladores y de todos los ciudadanos. Nadie debe ser atacado por pensar diferente, la pluralidad es uno de los pilares de nuestra democracia.
Polarizar no es gobernar, en los periodos en los que los mexicanos hemos estado más divididos es cuando nuestro país ha sufrido las mayores pérdidas en nuestra historia. La polarización afecta en primer lugar a los más pobres, ya que al deteriorase la confianza y el clima para hacer negocios, se generan menos empleos y oportunidades.
Gobernar patrióticamente no es estatizar el litio o impedir la libre competencia en el sector eléctrico; lo patriótico es unir a los mexicanos en lugar de dividirlos, generando un entorno de seguridad, paz y concordia. Hay que reconstruir la confianza perdida, cumpliendo con la Constitución, garantizando piso parejo y certidumbre jurídica, respetando los derechos y libertades de todos; solo así alcanzaremos un desarrollo inclusivo.