Artículo escrito por Lydia Nava Vázquez, Vicepresidenta Nacional de Desarrollo Inclusivo de Coparmex vía El Financiero
Twitter: @MichLydiaNV
El día primero de junio del año 2019 se celebró por primera vez en México el “Día nacional del balance trabajo-familia”, indudablemente un gran avance para visibilizar la enorme tarea que tenemos en conjunto para lograr el equilibrio entre el trabajo y la vida diaria, un reto que enfrentamos todos los días: alcanzar el bienestar laboral, personal y familiar.
Este balance promueve una nueva cultura de bienestar social, familiar y personal de los colaboradores; siembra y genera condiciones que los beneficien, apoyando a responder sus necesidades y responsabilidades personales, facilitando las condiciones laborales.
El impacto no solo es al interior de la empresa, sino directamente en la sociedad y genera un bienestar integral.
Sin embargo, la OCDE, en el Índice para una Vida Mejor con enfoque en los países de habla hispana, ha posicionado a México como el peor país evaluado con indicadores que miden el balance entre la vida y el trabajo.
Dentro de este diagnóstico, la OCDE dio a conocer que en México el 27 por ciento de los colaboradores tienen un trabajo remunerado con horarios muy largos, la tasa más alta de la Organización, donde el promedio es de 10 por ciento.
Sumamos a esta cifra, los largos tiempos diarios de traslado, entre todo esto impidiendo el equilibrio entre la vida y el trabajo.
Además, México cuenta con las jornadas de trabajo más extensas; en promedio los mexicanos laboran 2 mil 124 horas al año, siendo el promedio de los países de la OCDE de mil 687 horas. Lamentablemente estas horas trabajadas, no son sinónimo de incremento en la productividad.
Reconocemos que la productividad en cualquier espacio depende del bienestar de la persona y de la estabilidad de la familia. Hablar de perspectiva familiar en el ámbito empresarial es un reto en el que es fundamental la participación de cuatro agentes clave: el Estado, las empresas, las familias y la sociedad civil, ya que debemos promover en conjunto políticas favorables a la familia.
La UNICEF afirma que las políticas favorables a la familia ayudan a reducir el estrés de los padres y mejorar el bienestar de la familia, lo cual, a su vez, genera mejores empresas, familias más felices y niños más sanos.
Padre y madre juegan un rol fundamental en la vida de cada niño, sentando las bases para los diferentes aprendizajes y el éxito en la etapa adulta.
Las políticas públicas son fundamentales; hoy la licencia de maternidad dura 12 semanas, la de paternidad cinco días y ésta es por cuenta de los empleadores, dejando de lado la importancia de que el padre se involucre directamente en el cuidado de los hijos y así también promover la mayor participación de la madre en el mercado laboral, beneficiando e incrementando la equidad de género.
La pandemia nos obligó a acelerar la implementación de nuevos esquemas de trabajo, nos motivó a comunicarnos más a pesar de la distancia, nos brindó nuevas oportunidades de construir confianza y consolidar diferentes esquemas de trabajo que nos ayudan a fomentar esta cultura de balance trabajo-familia.
Esto nos ha llevado a cuestionarnos ¿qué genera mayor valor?, ¿las horas trabajadas o los resultados?, ¿cómo lograr ese equilibrio en el que gana el empleador, el colaborador y la sociedad?
Antes de la pandemia en el año 2019 se estimaba que 260 millones de trabajadores lo hacían desde casa, la OIT estima que en el año 2020, cerca de 560 millones de personas trabajaron en esta modalidad durante el confinamiento.
Hoy con el regreso “presencial” tenemos frente a nosotros nuevamente una gran oportunidad, regresar a los esquemas tradicionales de trabajo o aplicar los diferentes aprendizajes, promoviendo el equilibrio, un trabajo flexible y balanceado.
Esta nueva modalidad, es un tema de corresponsabilidad, que involucra a mujeres y hombres. Apostar por la familia es la mejor inversión social.
Hemos comprobado que hay diferentes esquemas de trabajo que promueven este equilibrio, como jornadas de medio tiempo, banco de horas, jornada reducida, teletrabajo, trabajo cercano, los cuales brindan importantes beneficios como la promoción de la salud, reducción de crisis familiares, mejora del rendimiento, retención de talento, reducción de gastos y costos.
Estamos ya en esta ruta que no debemos parar, cada día vemos más empresas sumarse a esta cultura de balance trabajo–familia; debemos lograr cada día asumir esta nueva cultura y mejorar la calidad de vida.
Mejores condiciones laborales, mejores familias, mejor sociedad.