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Ser rentable sin ser responsable ya no es opción


Artículo de Opinión
 escrito por Rosa Marta Abascal Olascoaga , Vicepresidenta Nacional de Responsabilidad Social Empresarial de Coparmex | Vía:
 @altonivel

X:@rmabascal

Hablar de empresas y derechos humanos en México era, hasta hace poco, un tema marginal. Construir estándares exige una interacción real entre el derecho internacional, la práctica empresarial y el trabajo académico. Ni el academicismo aislado ni el pragmatismo sin conciencia son suficientes. Lo que está en juego es la forma en que las empresas mexicanas pueden transformar la realidad social, productiva y ética del país.

Dos preguntas resultan fundamentales:

  • ¿Por qué deben las empresas ampliar su responsabilidad más allá del beneficio económico?
  • ¿Y cómo pueden hacerlo efectivamente?

Ya no se puede pensar a la empresa desde los paradigmas clásicos. Hoy, la empresa —especialmente la multinacional— no es solo un agente económico, sino un actor social con poder real sobre los derechos humanos, el medio ambiente y el bien común. Su influencia es tal que muchos la comparan con un “cuasi Estado”.

A este fenómeno han contribuido la globalización, el modelo económico y las cadenas globales de suministro. En este contexto, cobra sentido exigir a las empresas una responsabilidad social empresarial (RSE) que no sea retórica, sino acción concreta.

Las posturas sobre la RSE se agrupan en cuatro visiones: la negacionista (ya minoritaria), que sigue viendo a la empresa solo como generadora de riqueza; la mayoritaria, que impulsa la autorregulación voluntaria (soft law); la radical, que pide marcos vinculantes; y la moderada, que promueve una combinación inteligente de ambas. Es en esta última donde toma fuerza el concepto de debida diligencia.

Desde los Principios Rectores de la ONU (2011), la debida diligencia implica que las empresas deben identificar, prevenir, mitigar y rendir cuentas por sus impactos en derechos humanos. Ya no basta con “cumplir la ley”: hoy se espera que actúen como lo haría una organización ética, prudente y responsable.

Muchos países han avanzado: Francia, Alemania, Noruega, Reino Unido, Australia y, recientemente, la Unión Europea con una directiva vinculante. En todos los casos, el mensaje es claro: las empresas que ignoren su responsabilidad no solo se arriesgan a sanciones, sino que perderán legitimidad, inversión y mercado.

¿Y México? No podemos quedarnos atrás. Debemos incluir cláusulas de debida diligencia en los tratados comerciales y adoptar una agenda nacional de RSE como política estratégica. Esto no solo fortalecerá el marco legal, sino que creará condiciones reales para una economía más solidaria, resiliente, productiva y promotora del bien común.

Porque las empresas conocemos nuestros riesgos y somos las únicas que podemos prevenir violaciones, proteger a nuestros trabajadores y construir confianza con nuestras comunidades a través de la RSE. Es esencial vivirla con convicción y con urgencia.

Hoy, consumidores, inversionistas y jóvenes talentos buscan empresas éticas, sostenibles y humanas. La debida diligencia es el nuevo estándar. México necesita empresarios que no se limiten a generar utilidades, sino que construyan tejido social, que lideren con valores, que prioricen la dignidad y que asuman, sin excusas, su poder para hacer del sector privado un motor de cohesión social.

Por eso, en COPARMEX adoptamos el protocolo UNIAPAC, que nos marca tres fases complementarias para vivir la RSE en plenitud: “diagnóstico” —no solo de nuestra empresa sino de nuestros stakeholders y de todo su entorno, para ver de dónde partimos y hacia dónde vamos; “formación” —no solo de los inversionistas o directivos, sino de los mandos medios y de los colaboradores, para que todos comprendamos y vivamos, en esencia, la centralidad de la persona; y, por último, la “transformación”, con acciones concretas de RSE como la conciliación trabajo- familia, la capacitación, la incorporación de micro y pequeñas empresas en las cadenas de valor, etc. Solo desde la convicción de todos los integrantes de una empresa se podrá vivir en plenitud la RSE.

La productividad del mañana depende de la responsabilidad de hoy. Y México necesita empresas que se atrevan a transformar su entorno, no como un gesto de caridad, sino como una estrategia de productividad y liderazgo. Porque ser responsables no es una moda, es la forma ética de ser y hacer empresa. #OpiniónCoparmex

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