Artículo escrito por Alejandro Trejo Veytia, secretario general Coparmex vía Expansión Política.
Twitter: gerardo_trejo_v
Si nos comparamos con los 36 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México es el país en donde se trabaja más horas por año (20% más en promedio), sin embargo, el valor promedio de lo producido por los países de la OCDE por hora de trabajo, es de 54.8 dólares, mientras en México solo es de 21.6 dólares; nuestra productividad y generación de valor es muy baja.
El crecimiento de largo plazo de un país depende de la productividad de las inversiones (públicas y privadas), del capital humano y de la capacidad para generar valor.
Productividad es producir más con los mismos recursos, consiste en trabajar de forma más eficiente, no solo en trabajar más intensamente; refleja la capacidad de producir más, mejorando la organización de los factores de la producción, gracias a nuevas ideas, innovaciones tecnológicas y nuevos modelos de negocios.
La productividad total de los factores (PTF) permite identificar la contribución al crecimiento en la producción de bienes y servicios, a partir de los factores productivos como: mano de obra, capital, bienes intermedios y tecnología. La productividad laboral mide lo que un trabajador produce en una hora.
México debe aumentar su productividad para lograr un crecimiento económico sostenido y sostenible. En las últimas tres décadas, la PTF ha decrecido 0.45% anual en promedio. La situación ha empeorado recientemente, en el año 2020, la productividad registró un descenso de 3.69% con respecto al 2019. En los primeros dos años de este gobierno la productividad (PTF) ha decrecido (-) 2.2% en promedio.
Parte del problema se explica por los altos índices de informalidad que prevalecen en México. En 2020, el 44% del total de personas ocupadas eran formales y aportaron 78 de cada 100 pesos generados de PIB, mientras el 56% de los ocupados estaban en la informalidad y solo aportaron 22 de cada 100 pesos. La productividad en la formalidad es tres veces mayor que en la informalidad.
Urge simplificar disruptivamente el marco regulatorio para la apertura y operación de empresas formales. Facilitando la formalidad, aumentará la productividad.
La escasa participación de las mujeres en la economía formal y la desigualdad laboral de género, limita el potencial de crecimiento de nuestro país. Entre otras medidas, es necesario reiniciar el programa cancelado de estancias infantiles.
También existen diferencias muy importantes en la productividad laboral del centro, norte y sur de nuestro país; hay regiones del norte que son el doble de productivas que algunos estados del sur. El gobierno tiene que garantizar certeza jurídica, piso parejo e invertir en la infraestructura necesaria para que aumente la inversión privada productiva en todo el país.
Hay que invertir en investigación y desarrollo, así como en educación de calidad para todos, adaptando constantemente los planes de estudio. En la medida en que más mexicanas y mexicanos cuenten con las competencias, destrezas y habilidades, para generar valor económico y social, mediante su creatividad y trabajo; en esa medida lograremos la prosperidad compartida que tanto anhelamos. La educación debe potenciar el talento de los jóvenes para emprender e innovar.
Cancelar el aeropuerto en Texcoco, eliminar la evaluación de maestros y alumnos, restar flexibilidad al mercado laboral, invertir a destiempo en refinerías, monopolizar el sector eléctrico, atacar a las universidades y repartir apoyos clientelares permanentes no aumentará nuestros niveles de productividad. Lo que necesitamos es libre competencia, menos burocratismo, eliminar obstáculos a la formalidad, más conectividad y digitalización, infraestructura suficiente, un buen sistema de salud, mejor educación y más innovación.
No hay fórmulas mágicas, para lograr un crecimiento sostenible y alcanzar un desarrollo inclusivo, es necesario aumentar nuestra productividad y el valor promedio de lo que producimos. Según documentos de análisis de la OCDE, el crecimiento de la productividad es el principal impulsor de los niveles de vida y bienestar en los países.