Artículo de opinión escrito por Gerardo Trejo Veytia, vía Milenio.
Twitter: @gerardo_trejo_v
Sin inversión no hay crecimiento ni bienestar. Durante el segundo trimestre de 2020 la inversión registró un desplome de 34 por ciento, mostrando una tendencia decreciente desde 2018, acumulando dos años y tres meses con caídas consecutivas.
Desde que inició la actual administración la inversión ha caído 17 por ciento, de septiembre de 2018 a diciembre de 2020. Si sólo consideramos el periodo previo a la pandemia, la inversión ya se había reducido en 5 puntos porcentuales. En menos de 3 años la inversión ha pasado del 21.7 a sólo 18.6 por ciento del PIB.
La inversión privada se derrumbó 20 por ciento en 2020, su peor caída en 25 años. Los datos más recientes muestran que 85 de cada cien pesos invertidos en México provienen de la iniciativa privada, que alcanzan 15.6 por ciento del PIB; mientras que sólo 3 puntos porcentuales de todo lo que produce en riqueza el país, se genera a partir del 15 por ciento de inversión que aporta el sector público.
Esta inversión está estrechamente relacionada con la confianza empresarial. Este indicador que mide la previsión de confiabilidad en el crecimiento económico en los meses siguientes, particularmente en las industrias de manufactura, construcción y comercio, también ligó 18 meses de bajas seguidas desde noviembre del 2018, cuando se canceló la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en Texcoco. Hoy los niveles de confianza para invertir de los tres sectores continúa por debajo de los 50 puntos, lo que se considera pesimista.
PUBLICIDAD La confianza no se decreta ni se pacta, la confianza se construye todos los días. Es necesario mejorar el clima de negocios y la certidumbre jurídica. La aprobación reciente de leyes evidentemente contrarias a nuestra Constitución por parte de los legisladores del partido en el poder sin duda dañará aún más la confianza para invertir. Es necesario garantizar el Estado de Derecho, piso parejo, marco legal estable, libre competencia en todos los mercados y derechos de propiedad. Indispensable contar con un Poder Judicial independiente, con órganos reguladores y organismos autónomos; se deben preservar los contrapesos y equilibrios. También es impostergable recuperar la seguridad, paz y concordia en nuestro país.
En lo que va del actual sexenio la inversión pública se ha reducido 14 por ciento entre los meses finales de 2018 a diciembre del año pasado. Es importante destacar que de la inversión gubernamental 1 de cada 2 pesos se van para “rescatar” a Pemex.
El gobierno de la 4T llevó a cabo recortes y reasignación del gasto, destinado principalmente la inversión pública restante a tres grandes obras de infraestructura con poco valor social presente neto: La Refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el Aeropuerto de Santa Lucía. Los recortes se realizaron en rubros importantes como la evaluación educativa, infraestructura de salud, apoyos para la investigación y el emprendimiento, mantenimiento de la infraestructura existente, por mencionar solo algunos, lo que se traducirá en un menor potencial de crecimiento de nuestra economía a futuro.
Urge corregir el rumbo para restaurar la confianza perdida y revertir la caída de la inversión. Necesitamos llevar la inversión a niveles cercanos a 25 por ciento del PIB para lograr un crecimiento sostenido, generar suficientes empleos formales y bien pagados. Solo así alcanzaremos un desarrollo inclusivo y la prosperidad de todos los mexicanos.