
Artículo de opinión escrito por Leonor Quiroz Carrillo, Presidenta de la Comisión de Ética e Integridad de Coparmex | vía: @heraldodemexico
El lunes 19 de mayo se vivió en México un hito que nos enseña que la unión y el diálogo son los faros que nos guían hacia horizontes de progreso y bienestar. En una jornada de esperanza y determinación, treinta y dos representantes de sindicatos y de distintos sectores empresariales se comprometieron a un diálogo auténtico que como sociedad ansiamos que rinda frutos acelerados, pues la economía de nuestro país y la estabilidad laboral les necesita fuertes, unidos y haciendo frente común a las amenazas internas y externas que nos retan.
Este Encuentro, sin precedentes en la era moderna de nuestro país, representa la convicción de que, cuando el bienestar colectivo se convierte en la prioridad, los cimientos de una sociedad más justa y sostenible se fortalecen. Asimismo, la voluntad de querer comprender los argumentos del otro y atenderlos ética y genuinamente llevó a los representantes de los trabajadores y empleadores a dar un paso adicional en este espacio de diálogo, pues suscribieron un Memorándum de Entendimiento para la conformación del Consejo Nacional Social, Económico y Ambiental, como el primer ladrillo en la construcción de un nuevo modelo de gobernanza, en el que el diálogo tripartito —sindicatos, empleadores y gobierno— será la vía para acelerar el desarrollo integral de México y una nueva manera de colaborar para trascender obstáculos y transformar el diálogo en propuestas nacidas del consenso y análisis profundo.
La primera prueba de efectividad del Consejo será la ambiciosa reforma a la jornada laboral mencionada en el Encuentro y acordada como la reforma que hace falta para mejorar las condiciones laborales y dignificar al trabajador. Si bien simboliza el equilibrio del crecimiento económico con la calidad de vida, se deben analizar de manera responsable sus efectos inmediatos y de largo plazo para que su implementación no genere lo contrario a lo que se pretende, por disrupciones operativas o financieras, lo cual es previsible si no se proyecta un período de adaptación realista. Asimismo, debe considerar la naturaleza del trabajo y un régimen adecuado de excepciones y esquemas flexibles que tomen en cuenta las condiciones de cada sector de actividad económica, tal como lo reconoce la Organización Internacional del Trabajo en su Recomendación 1962 (116), en la cual alerta a los países de que la implementación de la reducción de jornada no debe implicar una disminución en la producción total y en la productividad de las empresas.
Si lo anterior es atendido por el nuevo Consejo Nacional e incide con su opinión experta en el Congreso, se logrará una reforma sostenible que lo legitimará desde su primera labor como un órgano serio y funcional para acordar los temas de mayor envergadura para el país y será respetado por empleadores, pero sobre todo por los trabajadores, pues si no se logran equilibrios y esta reforma toca sus bolsillos, disminuyendo sus ingresos, saldrán al mercado informal a buscar la flexibilidad que requieren, pero perderán prestaciones y seguridad social. Ejemplo de afectaciones serían los trabajadores reconocidos con un régimen especial en la Ley Federal del Trabajo, los trabajadores con actividades discontinuas o estacionales, o aquellos cuya compensación es mixta o variable -compuesta por salario base y comisiones-, ya que, al limitarse sus horas laborales, automáticamente se limitan también sus ingresos.
Desde la Confederación Patronal de la República Mexicana nos comprometemos a participar con total responsabilidad en el Consejo y reafirmamos que la colaboración es el instrumento más poderoso para trascender obstáculos. Este histórico encuentro tripartito nos inspira una profunda reflexión sobre el poder transformador del entendimiento y la empatía, y nos muestra que los sueños se cumplen cuando somos audaces al convertirlo en realidad compartida.