Artículo de opinión de Luis Durán, Presidente de la Comisión de Educación de Coparmex
Twitter: @LuisEDuran2
Las personas no siempre tomamos decisiones racionales, muchas veces reaccionamos ante nudges, o pequeños empujones, que consciente o inconscientemente nos impulsan a tener ciertos comportamientos o tomar decisiones.
La economía del comportamiento o behavioral economics estudia precisamente la reacción del comportamiento humano ante diferentes estímulos o incentivos y a partir de esas reacciones trata de predecir comportamientos futuros para cuando se presenten circunstancias similares. Al identificar patrones en el comportamiento social, cognitivo y emocional de individuos, este campo de la economía genera información y lecciones valiosas que pueden ser aplicadas en diversos ámbitos que van más allá de la psicología o la mercadotecnia.
Uno de los principales teóricos de la economía del comportamiento, Richard Thaler, galardonado con el premio Nobel de economía en 2017, y coautor del best seller mundial Nudge, demostró que “empujar” a la población a tomar decisiones que las beneficien a largo plazo puede tener un efecto tanto en la economía como en la política.
No sorprende entonces que el diseño de políticas públicas ha sido uno de los ámbitos que ha hecho uso de la economía del comportamiento en los últimos años, pues se ha demostrado que contar con información empírica sobre la forma en que los seres humanos reaccionan y toman decisiones, puede contribuir de forma importante a mejorar los resultados de políticas públicas e intervenciones gubernamentales.
Varios organismos internacionales y países alrededor del mundo han explorado y experimentado sobre cómo intervenciones simples, como cambiar una palabra en una campaña de comunicación, puede aumentar la recaudación tributaria o impulsar el reciclaje y tener un enorme impacto en el resultado. En los últimos años, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha utilizado los principios de la economía del comportamiento en distintas iniciativas en los países de la región para dar “empujones” a las personas para que tomen mejores decisiones de ahorro y jubilación; ayudar a los gobiernos a aumentar el cumplimiento tributario; y alentar a los niños desfavorecidos a salir de una mentalidad pesimista con mejor información sobre ayuda financiera para la educación y posibilidades profesionales. El impacto ha sido muy alentador y por ello continúa ampliando sus esfuerzos en este campo.
Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha estudiado a profundidad cómo las percepciones del comportamiento han sido aplicadas en diferentes países como una herramienta para mejorar las políticas públicas y para ello ha publicado varios estudios sobre casos exitosos. Uno de particular interés para nuestro país es el que se refiere a la aplicación de la economía del comportamiento para combatir la corrupción, basándose en la promoción de una cultura de la integridad entre la sociedad. Para promover políticas anticorrupción y de integridad, se debe conocer a fondo el comportamiento humano e incentivarlo hacia el cumplimiento ético y legal. El enfoque sugiere que si bien las leyes, los reglamentos, los controles y las sanciones dificultan la corrupción, actuar con integridad no siempre es sencillo. Cuando se trata de tomar decisiones éticas, las personas enfrentan una batalla mental constante entre el interés propio y la moralidad. En general las personas se inclinan por hacer lo correcto, por lo que se deben aprovechar estos principios a través de pequeñas motivaciones o empujones para asegurar que se actúe con integridad. Por tanto, para fomentar la integridad y le legalidad, se deben eliminar las barreras a las elecciones éticas. Para reducir la informalidad, por ejemplo, se debe disminuir la carga regulatoria de la formalidad, reducir la extorsión en el sector formal, y generar los incentivos adecuados para fomentar la formalidad. Ahora que el Plan Nacional de Desarrollo está en proceso de elaboración, sería útil recordar que para aumentar las probabilidades de éxito de una política o programa público, es necesario analizar la evidencia sobre el comportamiento humano en diferentes ámbitos para aplicar la correcta combinación de empujones, incentivos y estímulos. Asimismo, no sorprende en ese sentido que el Presidente López Obrador haga tanto énfasis en la importancia de una Constitución Moral.