Artículo de Opinión escrito por Benito Solís, Presidente del Comité de propuesta Económica. | Vía El Financiero
Mientras el Banco Central restringe la cantidad de dinero, la política de más gasto público y mayor déficit anula el efecto para controlar la inflación.
La inflación anual en México fue de 8.7 por ciento en septiembre del año pasado. A partir de esa fecha ha tenido una disminución paulatina, hasta situarse en 4.45 por ciento el mes pasado. Hay que enfatizar que cuando la inflación disminuye no significa que los precios bajen, sino que suben en un menor porcentaje. Por lo mismo los consumidores no perciben una disminución en los precios, sino que sí siguen creciendo, pero menos.
Debido a que la inflación ha disminuido en los pasados meses, existe el consenso de que continuaría en la misma trayectoria, pero hay algunos elementos que hacen pensar que esto no será así y que incluso podría elevarse. Por ejemplo, al ver el crecimiento de 4.45 por ciento del índice promedio en detalle, destaca que el índice subyacente creció en 5.76 por ciento, el índice de alimentos en 5.57 por ciento y el de servicios al 5.23 por ciento presionado por la escasez de personal en varias partes del país, esto es, siguen a tasas elevadas. No obstante lo anterior, el índice total disminuye, principalmente por la caída que han tenido los energéticos, que en tasa anual en septiembre fue de -4.61 por ciento o sea que disminuyeron, además los precios de varios productos alimenticios crecieron menos que el índice promedio.
Sin embargo, los recientes eventos en Medio Oriente están provocando un aumento en el precio del petróleo y consecuentemente de los demás energéticos como son el gas y la gasolina, lo que se reflejará en México. Adicional a lo anterior está el tema del fortalecimiento del peso mexicano, que abarató los precios de las importaciones de manera relevante. Pero en las últimas semanas, el difícil entorno internacional se ha reflejado en un debilitamiento del peso. Estos dos factores presionarán los precios dentro del país en los siguientes meses.
Hay que recordar que la inflación se define como el aumento general y sostenido en el nivel de precios y no solamente de un producto en un momento dado. La inflación es una tendencia y resulta del desequilibrio entre la demanda agregada o sea de todos los bienes y servicios en una economía con respecto a la oferta agregada. La demanda es fácil incrementarla, ya sea por medio de expansión monetaria, de incrementos en el crédito, de un mayor gasto y déficit público, etcétera. Sin embargo, si la oferta se mantiene constante o crece menos que la demanda, la diferencia se cubre por medio de aumentos generales de precios, es decir, por medio de inflación.
Por lo mismo, preocupa que el Presupuesto del sector público para el próximo año sea expansivo, con un déficit cercano al 5.0 por ciento del PIB, el cual se financiará con endeudamiento. Como la oferta interna no puede incrementarse en la misma proporción, los precios se incrementarán.
En México, en los últimos años se ha controlado la expansión de la demanda agregada por una política deliberada del Banco de México a través de aumentos en las tasas de interés. Esto tiene efectos en otros sectores de la economía, como es la presión al sistema financiero por el incremento de su cartera vencida, así como la cancelación de proyectos de inversión de largo plazo y la apreciación del tipo de cambio. Sin embargo, elevar las tasas de interés de manera excesiva pierde su eficacia y puede ser contraproducente, como sucedió recientemente en Turquía y en otras épocas en Brasil o Argentina.
Para que la política económica sea exitosa se requiere que la política monetaria y la fiscal del gobierno trabajen en la misma dirección. En la actualidad en México no sucede así, ya que el Banco Central restringe la cantidad de dinero en la sociedad y por el otro lado existe una política de mayor gasto público y mayor déficit que anula el efecto benéfico que está llevando al cabo la contraparte para controlar la inflación. Por lo mismo, es muy probable que la inflación deje de disminuir en los siguientes meses, por lo que las tasas de interés continuarán elevadas más tiempo del previsto originalmente.
El autor es economista.