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Baja en calificaciones de México, Pemex y CFE coloca a la economía mexicana en un abismo

  • A este panorama negativo hay que sumar que el sector productivo no esencial nacional estará paralizado otras seis semanas
  • Según analistas, la inacción gubernamental resultaría en una caída del PIB en un promedio de entre 6% y 7%, con una quiebra masiva de empresas

La rebaja en bloque de las calificadoras de deuda soberana de México y de las paraestatales Petróleos Mexicanos (PEMEX) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) por la crisis financiera causada por el COVID-19, coloca a la economía nacional más cerca de un abismo.

A ella debemos sumarle la incertidumbre de todo el sector productivo ante la ampliación de la Jornada Nacional de Sana Distancia hasta el próximo 30 de mayo -derivada de la declaratoria de emergencia sanitaria-, que supone la paralización económica de todas las actividades “no esenciales”, al menos otro mes y medio.

Primero, la calificadora Moody’s redujo la calificación crediticia de México de A3 a Baa1, (aún dos niveles por encima del grado de inversión). Con esta reducción las tres calificadoras más relevantes del mercado bajaron la calificación crediticia del país durante el último mes. 

La calificación baja con una perspectiva negativa quiere decir que existe una alta probabilidad de volver a reducirse en los próximos doce meses, debido a que hay incertidumbre en torno a la dirección de la política pública a mediano plazo.

Como consecuencia de la degradación del soberano mexicano, Moody’s redujo en dos niveles, de Baa3 a Ba2, la calificación de PEMEX, con lo que la petrolera se convirtió en un “ángel caído”, lo que significa perder el grado de inversión. 

Con esto, dos de las tres principales calificadoras sitúan a Petróleos Mexicanos por debajo del grado de inversión. Lo que se esperaría es una caída en el valor de los bonos de Pemex por salidas de capital. Esto ocurrirá porque muchos fondos de inversión a nivel global, entre ellos fondos de pensiones, tienen la restricción de invertir en aquellos bonos que tengan al menos dos calificaciones con grados de inversión. Por eso, cuando se pierde el grado de inversión se dice que el bono se convierte en un “bono basura”.

Todo ello se suma una reducción por parte de Moody’s a la calificación de CFE, de BBB a BBB-, un nivel por encima del grado de inversión. Por si esto fuera poco, Fitch bajó por segunda ocasión la calificación para PEMEX por parte en tan sólo 15 días (la anterior se dio el 3 de abril de 2020). 

El 27 de marzo, S&P redujo la calificación de México un nivel, de BBB+ a BBB, que mantiene el grado de inversión pero permanece con perspectiva negativa ante los impactos económicos del coronavirus y la caída en los precios del petróleo.

Standard & Poor’s es la única de las tres grandes calificadoras que mantiene alineadas las calificaciones del soberano con la de PEMEX y CFE, por lo que la calificación de ambas compañías paraestatales también bajó.

Las tres calificadoras reconocen que la crisis internacional le puede pegar con mayor intensidad a México, que ya contaba con una economía interna débil y con una confianza del sector privado deteriorada.

La baja en las calificaciones exhibe el complejo panorama económico al que nos enfrentamos, con el continuo deterioro de de las operaciones financieras y operativas de PEMEX, que erosiona la fortaleza fiscal del país. 

Además, los efectos internos por la pandemia COVID-19, que causa una caída en la demanda por las medidas sanitarias de contingencia. Asimismo, el descenso en la actividad económica de Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, que va a tener un shock en nuestras exportaciones, así como las disrupciones en las cadenas de suministro para algunas industrias manufactureras.

Ello dependerá de la evaluación de las respuestas gubernamentales respecto a cómo abordar de forma efectiva los desafíos que vive el país por la pandemia COVID19, mismos que hasta ahora han sido insuficientes.

La respuesta en materia económica del Gobierno Federal ante la crisis económica ha sido prácticamente nula, cuando lo que debería hacer es instrumentar una política fiscal, monetaria y crediticia contracíclica, como se ha empezado adoptar en varios países. 

Aunado a ello están los problemas operativos y financieros de PEMEX, cuya baja en la calificación implicará un mayor costo de adquirir y refinanciar deuda, poniendo una fuerte presión a las finanzas públicas, sobre todo ante el contexto actual.

Según analistas, la inacción gubernamental resultaría en una caída del PIB en un promedio de entre 6 y 7 por ciento, con una quiebra masiva de empresas (particularmente pequeñas y medianas) y una pérdida generalizada de fuentes de empleo, afectando de forma grave el bienestar de millones de familias mexicanas.

En la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX) consideramos que es necesario que ante este negativo escenario, el Gobierno Federal debe instrumentar apoyos fiscales y financieros; además de cancelar obras faraónicas no prioritarias en la actual coyuntura; utilizar líneas de crédito internacionales; así como dejar de socavar la confianza de los inversionistas.

Asimismo, el Gobierno Federal debe atender el llamado del Sector Empresarial a llegar a un gran Acuerdo nacional con todos los participantes de la economía, es decir, con la sociedad y con el sector privado, para generar así los universos adecuados que llamen a invertir, evitando mayores afectaciones a las mermadas finanzas nacionales.

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