Artículo escrito por Jesús Padilla Zenteno, Presidente de la Federación Centro y Presidente del CE de COPARMEX en Ciudad de México para Forbes
Twitter: @JPadillaZ
La pérdida del empleo de cientos de miles de personas, que la crisis económica trae consigo, es el principal obstáculo al objetivo más importante que el gobierno actual estableció en el Plan Nacional de Desarrollo.
La pérdida del empleo de cientos de miles de personas, que la crisis económica trae consigo, es el principal obstáculo al objetivo más importante que el gobierno actual estableció en el Plan Nacional de Desarrollo, consistente en que, en el 2024, la población de México esté viviendo en un entorno de bienestar.
Es inimaginable el sufrimiento de más de un millón de personas que perdieron su empleo en los meses de marzo, abril y mayo. Mujeres y hombres imposibilitados de contribuir al progreso y desarrollo de sus familias.
Y es que el trabajo es el cimiento sobre el cual descansa la solución de los problemas sociales de nuestro tiempo; se encuentra en el centro del debate público sobre el devenir económico y social.
La ruta más directa para que de nueva cuenta los menos favorecidos sean quienes paguen los platos rotos es la destrucción de las fuentes de empleo.
Si las políticas sociales son una alternativa para aminorar los efectos de la situación económica, la más eficaz conocida hasta el día de hoy, es el mantenimiento, la promoción y generación de empleos productivos.
El trabajo humano tiene un valor ético y trascendente que debe ser respetado y protegido por la sociedad. Cuando las personas trabajan, no sólo producen riqueza, sino que ellas mismas y sus familias mejoran.
La propia Organización Internacional del Trabajo ha planteado dentro de los cuatro pilares para abordar la crisis del Covid-19 la necesidad de aplicar medidas de mantenimiento del empleo e implementar soluciones innovadoras a medida de las necesidades de sus habitantes.
Con esta óptica, COPARMEX desarrolló una propuesta integral titulada Remedios Solidarios, dirigida precisamente a la atención directa del problema, estructurada en tres partes que contribuyen a la solución de aspectos fundamentales.
En primer lugar, el salario solidario, mismo que permitiría el mantenimiento del empleo mediante una contribución del gobierno, patrón y trabajador, con el fin de evitar despidos ante el cierre de operaciones o caída de los ingresos. Se garantizaría con ello el ingreso al 100 por ciento de los trabajadores con menores percepciones.
En segundo lugar, el apoyo a quienes desafortunadamente han perdido su empleo formal mediante la creación de un seguro solidario con el fin de garantizarles un ingreso mínimo durante un tiempo razonable, esquema que está en marcha en algunas entidades del país, como es el caso de la Ciudad de México.
Y, en tercer lugar, una idea innovadora en el marco de la contingencia sanitaria, el bono solidario, cuyo objetivo es promover la creación de nuevos empleos mediante un incentivo monetario para quienes contraten nuevos trabajadores formales con salarios arriba del mínimo.
El costo de estas medidas es del 1% del PIB, que bien se justifica debido a que sería un factor clave para mantener vivo por unos meses el trabajo de millones de personas, así como la posibilidad de un retorno bien diseñado a la vida productiva del país. Es una solución solidaria en cuanto cada una de las partes involucradas responde por el todo en reciproca vinculación. Es una apuesta de carácter social y económico que todos hemos de asumir, empresarios, trabajadores, sindicatos y gobierno. Es por el bien y el futuro de las familias mexicanas.
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