Por Juan Manuel Hernandez Niebla
Presidente de la Comisión Nacional de Desarrollo Democrático de COPARMEX
Twitter: @hernandez_sd
Como “cobija presupuestal” se entiende coloquialmente a la distribución de los recursos que los gobiernos ejercen en los distintos programas de gobierno.
Se dice que la “cobija” tiene cierto tamaño, y consecuentemente no alcanza a “tapar” a todos. “Cubrir” a uno implica “destapar” a otro.
La analogía viene a colación ante la inminente presentación del presupuesto federal del 2019, el primero del nuevo gobierno federal electo.
Indudablemente estamos en el umbral de un sexenio de cambio, la legitimidad recibida por AMLO y MORENA a través del voto no tiene precedente en nuestra incipiente historia democrática.
AMLO ganó porque prometió un gobierno de cambio a través de acabar con la corrupción, donde los programas sociales serán prioritarios sobre la estructura burocrática y el dispendio actual.
El Presidente electo ha mandado señales de tener toda la intención de cumplir lo prometido en campaña: becas y pensiones para jóvenes y adultos de la tercera edad, construcción de refinerías, condonación de adeudos de luz, descentralización del gobierno con la consecuente indemnización de burócratas, construcción del tren maya, y reducción del IVA y el ISR en la frontera.
Estas son las promesas más importantes y que requerirán la asignación de mayores recursos económicos.
Con ingresos ciertamente limitados, la gran interrogante es de donde saldrán el dinero para financiarlos, entendiendo que también ha prometido no incrementar la deuda pública ni subir impuestos.
Si bien existe la promesa de una reingeniería del gasto público y el consecuente plan de austeridad presupuestal, los ahorros que generen estas acciones no parece van a alcanzar a financiar los proyectos anteriormente descritos, sobre todo ante el escenario deficitario de gasto público y las dificultades financieras que seguramente el nuevo gobierno va a heredar.
Si bien inversionistas y calificadoras de riesgo le han otorgado el beneficio de la duda al gobierno entrante, dos entidades financieras con influencia en la evaluación de las finanzas del país, el Fondo Monetario Internacional y el Banco de Mexico, han ya externado públicamente la necesidad de que el nuevo gobierno demuestre compromiso con la responsabilidad fiscal y el control de la deuda pública, esto con el ánimo de preservar la estabilidad económica del país, sobre todo en lo que se considera una prolongada incertidumbre en la relación comercial con EU, que pudiera generar consecuencias económicas desfavorables para Mexico.
La historia económica de Mexico y nuestras crisis sexenales nos han enseñado que no se puede apostar a políticas populistas financiadas a través de deuda, mismas que terminan hundiéndonos económicamente convirtiendo al país en una fábrica de pobres, que es precisamente lo que el nuevo presidente pretender erradicar.
La “cobija” no es holgada, está más bien sumamente estrecha, la gran interrogante es como el gobierno entrante le hará para que nos alcance a todos.